La agricultura y el cambio climático son dos factores estrechamente relacionados entre sí. Es innegable que las variaciones climatológicas a nivel global afectan a los modos agrícolas, pero también es cierto que la producción de alimento contribuye a su manera al cambio climático. El acceso a alimentos es una necesidad humana básica que en las últimas décadas se ha visto afectada por el crecimiento de la población y el consiguiente aumento de la demanda. Todo esto, poco a poco, ha ido variando la práctica agrícola hasta alcanzar un modelo que al mismo tiempo alienta y se ve afectado por el cambio climático.
¿Cómo contribuye la agricultura al cambio climático?
En líneas generales, la producción, procesamiento y transporte de alimentos genera fuertes emisiones de gases de efecto invernadero. A este hecho se une el crecimiento de la demanda de alimentos y una globalización de la industria alimentaria que provoca cierta descentralización en los procesos productivos.
El cambio de las pautas de consumo experimentado especialmente durante la segunda mitad del siglo XX es otra de las principales razones de la implicación de la industria alimentaria en el cambio climático. En este sentido, los productos lácteos y cárnicos son los que mayor cantidad de gases nocivos emiten durante su producción. A mayor demanda de estos productos, mayor necesidad de forrajes y otros productos agrícolas asociados directamente a la práctica ganadera.
El procesamiento de alimentos genera diversos gases de efecto invernadero entre los que destacan el metano y el óxido nitroso. El primero es producto en su mayor parte de la digestión del ganado. Por su parte, el segundo se produce principalmente por el uso de determinados fertilizantes no naturales. Durante las últimas décadas, la Unión Europea ha realizado intensas campañas destinadas a reducir la emisión de estos gases. Si bien estas acciones han resultado notablemente exitosas, el ejemplo no ha cundido especialmente fuera de las fronteras europeas.
¿Cómo afecta el cambio climático a la agricultura?
La agricultura se ve igualmente afectada por el cambio climático. Las causas principales de esta implicación directa son la aparición de episodios atmosféricos extremos como sequías o inundaciones, las variaciones de temperatura y el cambio de la duración natural de las estaciones. Todo esto tiene graves consecuencias como el adelantamiento de algunas épocas de floración y cosecha, el desplazamiento de la producción a otras estaciones u otros lugares, la proliferación y propagación de plagas o un descenso general en la productividad agraria.
Además, se estima que la demanda de alimento crezca exponencialmente durante las próximas décadas. Esto provocará un notable impacto ambiental derivado del aumento de la producción y el uso de fertilizantes, entre otros factores. Ante la amenaza de un mayor impacto sobre el cambio climático, la reducción del número de cultivos no es una acción viable ya que esto supondría un aumento en los precios y un menor acceso a los alimentos por parte de determinados grupos de población al no verse cubierta la demanda.
Cada día se hace necesario producir mayor cantidad de alimento y la solución a los problemas medioambientales derivados no pasa por desatender la demanda o aumentar la superficie cultivable del planeta. En este sentido, cada vez parece más necesario un enfoque global de mayor sostenibilidad que asiente medidas efectivas para lograr la reducción de emisiones de gases dañinos a la vez que trate de lograr un acceso más equitativo a los recursos agrícolas. Optar por modelos de producción de mayor proximidad, atender en mayor grado a alternativas sostenibles como la rotación de cultivos y reducir la dependencia de productos químicos puede ser esencial para el futuro del sector. Los agricultores, al igual que todos los grandes productores, transportistas o fabricantes de maquinaria y repuestos agrícolas, deberían ser parte esencial en este proceso.