De acuerdo con el diccionario de la Real Academia Española, el adjetivo arvense describiría a cualquier planta que crece en los sembrados, en todo terreno agrícola controlado por la mano del hombre. La flora arvense o malas hierbas, como se conoce popularmente, es un problema crónico desde los comienzos de la agricultura. Si bien es cierto que la vegetación silvestre contribuye a la salud del suelo, un exceso de esta puede ser perjudicial para las cosechas. El ser humano lleva siglos luchando contra las malas hierbas de diferentes maneras: ya sea con sus propias manos, mediante aperos tirados por animales y máquinas tractoras o, más recientemente, con la ayuda de herbicidas u otras técnicas menos agresivas.
Cómo controlar la proliferación de malas hierbas
Lo primero que hay que tener en cuenta a la hora de hablar de malas hierbas es que estas, como especies que crecen junto a las variedades cultivadas, no son tóxicas ni especialmente dañinas. Son principalmente molestas, no deseadas, aunque su exceso sí que puede resultar perjudicial para el desarrollo de las cosechas. La actitud frente a ellas debe ser siempre de control. La imposición de barreras para evitar la aparición y proliferación de malas hierbas resulta fundamental, aunque, llegado el caso, también es necesario saber cómo combatirlas y eliminarlas.
Los primeros pasos a la hora de controlar las malas hierbas deben ser la identificación de las mismas y la determinación de su volumen o nivel de infestación presente y potencial. A partir de aquí pueden ponerse en práctica algunas técnicas preventivas como las siguientes.
- Vigilar que el agua de riego no arrastre semillas.
- Aplicar sistemas de riego por goteo. Al centrarse exclusivamente en las zonas cultivadas, la proliferación de malas hierbas resultará menos probable.
- Evitar o vigilar el estiércol fresco, ya que este puede contener semillas.
- Realizar inspecciones preventivas de los suelos en busca de semillas o brotes indeseados.
- Llevar a cabo falsas siembras que potencien el crecimiento de las malas hierbas para poder detectarlas y controlarlas.
- Impedir el paso de luz directa al suelo para frenar el crecimiento de especies arvenses mediante la técnica del acolchado o mulching.
- Practicar algunas técnicas como la asociación o rotación de cultivos.
En caso de exceso de malas hierbas…
Por supuesto, puede darse el caso de que las medidas preventivas resulten insuficientes y haya que recurrir a la eliminación de las malas hierbas que hayan proliferado en exceso. En explotaciones pequeñas o que cuenten con personal suficiente, pueden llevarse a cabo controles manuales que incluyan operaciones de siega o escarda. Otra opción menos laboriosa es utilizar utensilios o aperos de arrastre.
El uso de herbicidas y otros productos químicos está también muy extendido en la eliminación de malas hierbas. Estos productos, entre los que destaca por su fama el glifosato, resultan altamente efectivos. No obstante, el uso de los mismos debe ser controlado, pues su simple aplicación puede afectar negativamente a la salud de los operarios, del propio suelo y de los productos que en él se cultiven.
Las malas hierbas, en general, dan forma a uno de los mayores quebraderos de cabeza para muchos profesionales y aficionados a la agricultura. Su detección y control resulta en muchos sentidos algo primordial para todos ellos, tanto como tener el clima a favor o disponer de buena maquinaria y recambios agrícolas.
Para la agricultura ecológica, la mejor opción en la lucha contra las malas hierbas son los quemadores. Aunque realmente no hace falta quemar nada, es un simple calentamiento o escalda de la planta, que hace que la planta muera.
La agroecología es una alternativa brillante para muchos de los problemas que se presentan al suelo y específicamente a los cultivos.
En algunas regiones se emplea la aplicación de Amoniaco contenidas en nodrizas en el cultivo de la caña. La quema de malezas como llaman algunos o mejor dicho el calentamiento con lanzallamas se presenta como una alternativa muy viable (a pesar de algunas desventajas presentes) pero lo que si queda claro sin lugar a dudas es que brinda mejores resultados al ser un método que evita la utilización de fertilizantes, de químicos para el control de malas hierbas.