Hay pocas palabras que en agricultura causen más pavor que plagas. Una concentración masiva de insectos o una enfermedad causada por hongos, bacterias o virus es capaz de devastar completamente cualquier explotación agrícola en tiempo récord, especialmente si en ella puede encontrarse una fuente continuada y fiable de alimento. La aparición de una plaga es algo silencioso y puede expandirse rápidamente por las raíces, tallos, hojas y frutos de las plantas causando graves daños materiales y, evidentemente, económicos.
Según el glosario de términos fitosanitarios de la FAO, una plaga responde a “cualquier especie, raza o biotipo vegetal o animal o agente patógeno dañino para las plantas o productos vegetales”. De esta manera y a grandes rasgos, podría identificarse a los siguientes agentes como principales protagonistas de las plagas.
Malezas y malas hierbas
Las especies vegetales que crecen de manera silvestre en terrenos agrícolas pueden ser beneficiosas para estos. Sin embargo, un crecimiento descontrolado de la maleza puede derivar en daños que afecten al crecimiento de las especies sembradas. Un control de este tipo de vegetación orientado a evitar su extensión es fundamental para el buen desarrollo de los cultivos, como bien se detalló en un artículo de este mismo blog.
¿A vosotros no se os ponen los pelos de punta cuando escucháis la palabra plagas? ??️?https://t.co/O7qcuURVYg pic.twitter.com/EfwganpOEu
— Repuestos Fuster (@RepuestosFuster) February 7, 2019
Microorganismos, las plagas invisibles
Los patógenos microscópicos causantes de plagas son variados y los efectos de su presencia son rápidos y difíciles de eliminar. Estos pueden definirse en dos grupos principales según sean agentes no infecciosos (como toxinas derivadas del uso de productos químicos) o infecciosos como bacterias, hongos, virus y nematodos.
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Las bacterias se localizan especialmente en los órganos foliares y pueden afectar a procesos como el transporte de agua y alimento de las raíces a las hojas. Se trata de un agente con gran capacidad de reproducción.
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Un hongo es un ser vivo carente de clorofila que actúa como un parásito y se alimenta de materia orgánica en descomposición. Cuenta con un tamaño mayor que las bacterias, por lo que es más fácil de detectar. Sus efectos pueden ser igualmente devastadores y difíciles de erradicar.
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Los virus son causantes de numerosas enfermedades en las plantas. Estos microorganismos son muy difíciles de detectar debido a su ínfimo tamaño. A menudo, los efectos de la presencia de un virus pueden ser vistos como problemas de alimentación.
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Aunque pueda confundirse con un insecto, el nematodo es un tipo de gusano microscópico indetectable a simple vista que habita en el suelo y puede afectar a las raíces de las plantas hasta producir en ellas daños irreversibles.
Animales
Los animales son tal vez la cara más visible de las plagas agrícolas. Dada su variedad de tamaños, formas y necesidades, los efectos que estos pueden provocar sobre una explotación son realmente variados. Un sembrado puede ser objeto de la presencia masiva de aves, roedores o animales de mayor tamaño como jabalíes o ciervos. Existen diferentes métodos para evitar o erradicar la presencia de animales que fueron expuestos en dos artículos de este mismo blog.
Insectos
Aunque son también animales, los insectos podrían merecer una categoría propia dentro de las principales plagas agrícolas. La presencia de estos diminutos seres en una explotación es inevitable, pero sus efectos no siempre son dañinos. Ahora sí, existen ciertas especies como los pulgones, la mosca blanca, la araña roja o las orugas cuya acción puede implicar cuantiosos daños a cualquier terreno sembrado. Las principales clases de insectos cuya presencia masiva puede ser considerada como plaga serán tratadas en una futura entrada.
Frente a la sospecha o la evidencia de una plaga conviene saber cómo actuar. Lo más sensato siempre será consultar a un profesional y, en este sentido, enviar muestras de suelo o tejido vegetal a un laboratorio especializado puede ser una acción muy recomendable. Una vez detectado el daño, el siguiente paso ha de ser identificar al agresor para actuar en consecuencia; hay que recordar que no todos los remedios son válidos para todo tipo de plagas.