La implantación de la ganadería intensiva y su crecimiento exponencial en los últimos años, en los que España ha alcanzado el número uno de Europa en producción de ganado porcino, hace que surja el problema de cómo gestionar eficientemente los purines.
Estos pueden ser muy beneficiosos para la tierra de cultivo por su aporte de macro nutrientes esenciales para las plantas, como el nitrógeno y fósforo. Sin embargo, cuando la cantidad de desecho de una granja excede la capacidad de absorción del terreno, puede ser muy perjudicial para el medio ambiente, principalmente por que el amoníaco que contiene afecta a la contaminación del suelo, del aire que respiramos, de los acuíferos y, si no se canaliza bien, puede llegar a las aguas superficiales dañando la fauna piscícola. Además, las aguas contaminadas por estos desechos no son potables debido a que los nitratos pasan a ser nitrocompuestos, en muchos casos cancerígenos. La OMS ya advirtió del peligro de consumir agua que contenga más de 25 miligramos de nitratos por litro.
En contacto con el aire, y más allá del olor que desprenden los purines, el amoníaco favorece la generación de partículas contaminantes que impactan en la salud de las personas que las respiran, como las emisiones de dióxido de nitrógeno.
Técnicas actuales
La reducción de purines no tiene una solución clara. Se conocen varios sistemas de pre-tratamiento o tratamiento que modifican sus características físicas y/o químicas con el fin reducir el impacto negativo de los purines, para mejorar su eficiencia y aprovechamiento, pero el coste es muy elevado y difícil de asumir por el ganadero.
Por ello es necesario un correcto control de los purines. Estos residuos de granjas y mataderos se trasladan a plantas especializadas para su gestión residual. Pero las estaciones depuradoras de aguas residuales (EDAR) de las zonas de gran concentración de explotaciones pecuarias, denominadas Zonas Vulnerables, están saturadas por la intensidad de la carga de purines, grasas y otros restos altamente contaminantes de los que se deben de encargar.
Otra opción son las plantas de cogeneración, es decir, trasportar los residuos hasta plantas donde los transforman en un abono orgánico seco y agua limpia, además de generar electricidad y proporcionar calor. El proceso evita también la emisión de gases volátiles y, por lo tanto, de olores. Sin embargo, muchas de estas plantas llevan años cerradas por recortes de subvenciones para las energías renovables.
Ante esta situación, algunas granjas han optado por ampliar las llamadas balsas de almacenamiento en sus fincas, de manera que pueden tener almacenado durante casi un año el purín para luego emplearlo en abonado del terreno cercano a la granja. Aunque esta no es una medida efectiva pues sigue habiendo excedente de purines e igualmente contaminan el aire.
El futuro de los purines
Actualmente, hay dos soluciones más que están en vías de desarrollo.
El Departamento de Ingeniería Química de la Universidad de Almería (UAL) ha demostrado que las microalgas pueden crecer en las aguas residuales procedentes de explotaciones porcinas. El nitrógeno y el fósforo son la base de la nutrición de estos microorganismos. El uso de purines para alimentar a las microalgas evitaría la fabricación de fertilizantes y, al mismo tiempo, se ofrecería una solución respetuosa con el medio ambiente para el problema de los desechos de purines. Además, con el nitrógeno de los purines se podría producir biomasa de microalgas que serviría, entre otras cosas, para fabricar biofertilizantes para la agricultura.
Por otro lado, entre Universidad Politécnica de Madrid, la Universidad de Valladolid y la cooperativa agroganadera Copiso, se está llevando a cabo un proyecto para demostrar que los purines pueden ser una materia prima para generar bicombustible para vehículos.
Imagen principal de Andrew.
Imagen central de Natural England.
Es preocupante ver cómo la ganadería intensiva ha crecido exponencialmente en los últimos años y cómo esto ha llevado a problemas de gestión de purines en España. La producción de ganado porcino a gran escala puede tener un impacto significativo en el medio ambiente y es importante encontrar soluciones sostenibles para gestionar los purines de manera eficiente. Es necesario abordar este problema de manera urgente para proteger el medio ambiente y garantizar la sostenibilidad a largo plazo.