Algunos de los actuales desafíos alimentarios pasan por alcanzar la capacidad de cultivar productos en condiciones climáticas extremas o cubrir las necesidades de una población mundial en continuo crecimiento. De esta manera, en ocasiones surgen proyectos de investigación que sorprenden por lo atrevido de su premisa. Este es el caso del huerto Eden ISS, una interesante propuesta que ya produce vegetales en uno de los lugares más inhóspitos del planeta, un lugar que ni los más audaces tractores provistos de los más eficientes recambios agrícolas serían capaces de dominar.
La estación polar Neumayer III se encuentra ubicada en la Antártida, concretamente en la bahía de Atka. Este lugar es el centro de trabajo de un equipo permanente de científicos alemanes pertenecientes al Centro de Investigaciones Polares y Marítimas del Instituto Alfred Wegener. Entre los campos de estudio que aquí se desarrollan destacan la geofísica, la acústica marina o la meteorología; sin embargo, desde hace pocos años la ciencia alimentaria se ha sumado a esta lista. La temperatura exterior de esta inhóspita zona puede alcanzar los – 50°C en los perores días del año.
Uno de los principales problemas a los que se enfrenta el personal del lugar es la provisión de alimentos. Estos pueden llegar por avión en los meses de verano y, con menor regularidad, en barco durante las épocas más frías del año. Evidentemente, la posesión de productos frescos era poco más que una utopía en las condiciones ambientales de la base. Con esta premisa, en 2017 se decidió iniciar un experimento que estudiase la posibilidad de cultivar vegetales en las instalaciones de la Neumayer III. Si el proyecto concluía con éxito los investigadores alemanes podrían contar con alimentos frescos de manera permanente, pero además el proceso serviría como un banco de pruebas excepcional para la investigación orientada al cultivo en ambientes extremos. De entre todos los posibles terrenos sujetos a condiciones de climatología adversa, uno de ellos estaba especialmente anclado en la mente de los ideólogos de este proyecto: el espacio exterior.
De la Antártida a la Luna
La NASA ya ha realizado con éxito varios cultivos de vegetales en la Estación Espacial Internacional, pero trabajar en un ambiente de condiciones tan duras como la Antártida podría hacer avanzar notablemente el estudio de la agricultura aeroespacial orientado al suelo de planetas como Marte o satélites como la Luna. Así, el Centro Alemán de Investigaciones Aeroespaciales y el Instituto Alfred Wegener, junto a varios socios internacionales, pusieron en marcha un huerto artificial llamado Eden ISS que, bajo la tutela del ingeniero Paul Zabel, operaría junto a las instalaciones de la base Neumayer III.
Eden ISS es un contenedor sin ventanas y acondicionado con luz artificial y un circuito de aire cerrado. El cultivo de vegetales en él ha de llevarse a cabo sin luz solar ni tierra, por lo que desde el principio se adoptaron los principios de la aeroponía. Así, las raíces fueron rociadas con una mezcla de nutrientes preparada ad hoc mientras las hojas de las plantas recibían la luz cambiante de puntos de iluminación led que trataban de reproducir el ritmo de las estaciones. El aire del contenedor estaba enriquecido con dióxido de carbono y varios filtros actuaban para evitar hongos o gérmenes.
La primera siembra tuvo lugar en febrero de 2018 y en mayo del mismo año se recogieron un total de 3,6 kilos de vegetales como lechugas, tomates, pepinos, pimientos o rabanitos. Tras el éxito de esta primera cosecha se estimaron unas previsiones futuras de alrededor de 4 kilogramos de producto a la semana, una cifra que garantizaría un suministro estable de alimentos frescos para los habitantes de la base y que, desde luego, arroja previsiones más que favorables para la investigación en el cultivo de alimentos bajo condiciones climatológicas externas, ya sea dentro de los límites de este planeta o no.