¿Cómo elegir un buen aceite para el motor?

Al igual que sucede con otra clase de vehículos, el motor de los tractores realiza durante su actividad un trabajo que termina por someter a los diferentes elementos que lo componen a un fuerte esfuerzo basado en el movimiento y la fricción. Para evitar su desgaste y su fractura, algunas piezas del tractor necesitan ser lubricadas con aceite. De esta manera, no solamente se asegura el buen funcionamiento del vehículo sino que, además, se prolonga la vida útil del mismo.

Funciones del aceite de motor

El aceite del motor de un tractor cumple varias funciones tras su aplicación. Por supuesto, en primer lugar contribuye a lubricar las partes móviles del mecanismo para evitar su roce y asegurar así su buen mantenimiento. Pero además, estos lubricantes limpian y protegen estas piezas al eliminar desechos como la carbonilla o frenar la oxidación de los componentes y la acumulación de depósitos de residuos.

Un buen lubricante está compuesto por una base oleosa a la que se le añaden diferentes elementos que le aportan unas características concretas. Actualmente existe una gran variedad de aceites para motor y, si bien en ocasiones puede resultar complejo decantarse por una marca o tipología concreta, la primera norma para decantarse por uno en concreto ha de ser la de seguir al pue de la letra las especificaciones del fabricante del tractor. Partiendo de este hecho, y tratando de responder a la pregunta de qué aceite de motor es el más conveniente para un vehículo concreto, estos lubricantes pueden clasificarse en función de varias variables.

El aceite de motor de acuerdo a su origen

En primer lugar están los aceites minerales, que son aquellos obtenidos en refinerías a partir del petróleo. Este tipo de lubricante ha sido históricamente el más utilizado aunque, desde hace un tiempo, su presencia en determinados tipos de motores más exigentes se ha reducido notablemente.

Un segundo tipo de aceite para motores es el sintético, creado en laboratorios a partir de subproductos petrolíferos. Por lo general resulta más caro que el mineral debido a su elaboración más compleja, pero también es más resistente y duradero, además de que soporta mayores temperaturas sin oxidarse ni degradarse, fluye mejor a bajas temperaturas y resulta menos volátil, lo cual hace que tenga una vida más prolongada.

Por último están los aceites semisintéticos, que son el resultado de una mezcla de los dos anteriores, generalmente en una mezcla de un 70 u 80 % mineral y el resto sintético.

 

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Clasificaciones internacionales del aceite para motor

Existen diferentes normas de clasificación para los lubricantes de maquinaria agrícola.

La SAE (Society of Automotive Engineers) es un estándar europeo que basa su clasificación en función de la viscosidad del producto final sin entrar en detalles sobre su calidad, aditivos o aplicación. Según esta normativa, los aceites se dividen en monogrados, que trabajan a temperaturas específicas según 8 niveles diferentes, o multigrados, que pueden aplicarse sobre un amplio rango de temperaturas.

El API (American Petroleum Institute) marca la norma más utilizada en la actualidad, que resulta muy efectiva a la hora de analizar la calidad del aceite en función de determinadas aplicaciones. Este estándar marca tres divisiones fundamentales, Gasolina, Diésel y Transmisión. Cada una de ellas está categorizada por un número al que se le añade una letra u otro número que indica la calidad del mismo. Así, por ejemplo, la letra C corresponde a motores diésel y, dentro de su clasificación, puede encontrarse desde CA (menor calidad) hasta CJ4 (mayor calidad).

Por último está la ACEA (antigua EAMA, European Automobile Manufacturer’s Association). Esta normativa europea toma como referencia la clasificación del API y le añade algunos puntos. La clasificación se realiza igualmente mediante un código de letras y números que marcan la tipología del motor y la calidad del aceite. De este modo, la letra A corresponde a motores de gasolina, la B a diésel ligeros, la E a diésel pesados y la C a motores que cumplen con la normativa Fase IV e incluyen filtros para partículas DPF/FAP.

Junto a un correcto mantenimiento de la maquinaria o la posibilidad de contar con buenos repuestos para tractores, el aceite del motor es, en definitiva, un componente fundamental para asegurar un óptimo trabajo y una larga vida a un vehículo agrícola.

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