La agricultura biodinámica es un controvertido tipo de agricultura de carácter ecológico que tiene sus orígenes en la antroposofía, una corriente filosófica creada por Rudolf Steiner a comienzos del siglo XX. Esta disciplina, categorizada comúnmente como pseudociencia, destaca por sus tintes cósmicos y un alcance espiritual basado en la relación holística entre la naturaleza, el ser humano y el universo. En palabras de su principal ideólogo, su objetivo es “influir en la vida orgánica de la tierra a través de las fuerzas cósmicas y terrestres”.
Una técnica casi centenaria
El nacimiento de la agricultura biodinámica tiene lugar en 1924 en Kuberwitz, en la antigua Silesia alemana. La preocupación de pequeños grupos de agricultores por la salud de sus suelos tras la proliferación de nuevos fertilizantes elaborados a partir de elementos como el nitrógeno alentó la celebración de una serie de conferencias impartidas por el propio Steiner. En ellas se llegó a plantear la posibilidad de que, en un corto plazo de tiempo, los alimentos agrícolas dejasen de ser comestibles. Asimismo, se alcanzó una solución basada en aplicar los principios antroposóficos a la agricultura.
Steiner murió al año siguiente de estas conferencias. Su legado, no obstante, creció tras la aplicación de sus teorías por parte de los asistentes a las jornadas. Hoy en día, la agricultura biodinámica cuenta con una gran cantidad de seguidores que defienden sus principios pese a la escasa base científica de muchos de ellos.
Los principios de la agricultura biodinámica
Este modelo de agricultura engloba una suma de principios ecológicos y pseudocientíficos que suponen, en parte, aplicar las leyes del cosmos a la agricultura. El cultivo es entendido como un organismo vivo cuya salud depende directamente de la correcta interacción de las fuerzas del universo con plantas, animales y suelos. En su desarrollo, se adoptan varios aspectos clave de la agricultura biológica como la rotación de cultivos, la exclusión de químicos, la no explotación masiva de los suelos o la producción local. Por otra parte, todas las acciones que se lleven a cabo bajo premisas biodinámicas han de tener en cuenta las diferentes fases lunares y los ritmos planetarios para crear un calendario de cultivos teóricamente eficaz.
Otro punto controvertido en relación a este tipo de agricultura son los preparados biodinámicos. Estos son compuestos vegetales, animales y minerales expuestos a los ritmos naturales para actuar como fertilizantes o nutrientes del suelo. Estos preparados son conocidos por un rango numérico que va del 500 al 508, hecho que responde a una nomenclatura en clave derivada de su prohibición durante la Segunda Guerra Mundial.
Los preparados biodinámicos están compuestos por una combinación de plantas o minerales alojados en órganos animales con el fin de fomentar la sanación de la naturaleza. De esta manera, las mezclas se introducen en vísceras o cuernos de vaca (cada preparado cuenta con un recipiente específico) y se entierran en el suelo durante unas fechas concretas del calendario. Pasado el periodo establecido, la sanación del suelo estaría completa y el preparado debería desenterrarse.
La agricultura biodinámica hoy en día
En la actualidad, los productos elaborados bajo este tipo de técnicas pueden aspirar a la consecución de un sello de calidad otorgado por el grupo privado Deméter, que certifica a nivel mundial los estándares de producción.
La agricultura biodinámica cuenta con multitud de seguidores. No obstante, la influencia de las llamadas fuerzas cósmicas y otros de sus principios fundamentales no pueden ser probados científicamente, por lo que sus detractores son también numerosos. Entre la comunidad científica y los profesionales de la agricultura, estas técnicas son frecuentemente tachadas de místicas, dogmáticas y nulas en rigor. El debate está servido entre los que defienden palabras como “buscad lo espiritual, porque desinteresadamente deberéis plasmarlo en la vida práctica, en el mundo material”, pronunciadas por el propio Steiner, y aquellos que apoyan otras prácticas auspiciadas por métodos científicos y modelos de trabajo más ortodoxos, basados en la maquinaria y los buenos repuestos agrícolas.