Que la cerveza está viviendo actualmente una nueva era de esplendor es algo que a pocos les pasa por alto. El boom de las cerveceras artesanales ha estimulado un nuevo gusto por esta bebida y ha provocado que su consumo se haya generalizado entre un público más exigente, que demanda mayor calidad y variedad. Incluso las cerveceras industriales se han hecho eco de esta nueva tendencia y han comenzado a agregar a sus catálogos variedades más exclusivas.
Este aumento del consumo ha espoleado la producción de determinados cereales utilizados tradicionalmente para elaborar cerveza, pero también la de otros que, al menos en España, no eran tan frecuentes para este fin. De esta manera, muchos agricultores han visto una oportunidad para abrir su producción a nuevos elementos entre los que se pueden destacar los siguientes.
Cebada, la cerveza de ley
Se trata del cereal cervecero por antonomasia. La ley de pureza de 1516 ya estipulaba que la cerveza solo podía contener tres ingredientes: lúpulo, cebada malteada y agua, a poder ser de manantial. Esta norma no deja duda de la importancia histórica de la cebada en la elaboración de cerveza, aunque también hay que destacar que el bueno de Guillermo IV de Baviera, autor de la ley, tenía el monopolio de la venta de este cereal.
Trigo, la segunda en popularidad
Tras la cebada, el trigo es probablemente el cereal más utilizado en la elaboración de cerveza. Su uso es muy recuente en determinadas zonas del centro de Europa, donde la cerveza de trigo es toda una institución por su frescura, su sabor suave y su espuma firme. Su presencia se remonta a los inicios de la historia de esta bebida, pero su popularidad creció especialmente a partir del siglo XV.
Centeno, el cereal más difícil
Debido a su dureza, este cereal es más frecuente en la fabricación de licores como el whisky. El uso de centeno para elaborar cerveza supone un trabajo a todas luces más difícil, pero el resultado es recomendable por su originalidad y carácter.
Avena, una interesante desconocida
La cerveza negra de avena es muy popular en determinadas áreas de Bélgica e Inglaterra, que concentra la práctica totalidad de su elaboración. Cuenta con un aroma dulce y unos matices de sabor particulares que son más fáciles de apreciar a una temperatura superior a los 10 grados centígrados.
Arroz, la malta más novedosa
En occidente, el arroz sin maltear se ha empleado tradicionalmente para abaratar los costes de producción de la cerveza. Sin embargo, en algunos países como China se elaboran bebidas a base de este cereal que muchos consideran cerveza, aunque otros tantos las encuadran dentro de la categoría del sake ya que el arroz no está sometido a un proceso de malteado.
La malta de arroz, no obstante, es ya una realidad y alguna empresa española ya ha comenzado a producir cerveza con él.
Maíz, la cerveza de los incas
El malteado de maíz es un proceso costoso, pero su uso está extendido en lugares como Bolivia, Perú o Ecuador gracias a la llamada chicha de jara, una especie de cerveza proveniente de Perú que era considerada como la bebida de los nobles en la zona andina prehispánica. Si bien en la actualidad esta bebida no goza de mucha fama fuera de su área de influencia directa, la globalización ha hecho que su presencia sea palpable en muchas áreas del planeta.
A día de hoy, estos son los cereales más habituales en la elaboración de cerveza, una bebida que nunca ha dejado de estar en boga y que está viviendo una nueva juventud gracias a la labor de muchos profesionales entre los que los agricultores juegan un papel fundamental.
Imagen principal de Alan Levine.
Imágenes centrales de Sleepy_he4d y Žarko Šušnjar.