De entre todos los procesos de evolución humana que se han dado a lo largo de la Historia, la creación de la agricultura es sin duda uno de los más importantes, pues supuso, a muy largo plazo, la creación y consolidación de nuevos hábitos de alimentación y vida, así como el inicio de la práctica de la domesticación del territorio.
El origen de la agricultura tiene lugar durante el Neolítico, un periodo prehistórico que comienza entre los años 6000 y 4000 a.C. y tiene como hecho diferencial la fabricación de herramientas de piedra pulida. El trasfondo del desarrollo de la actividad agraria hay que buscarlo en la evolución de las sociedades humanas desde comunidades cazadoras y recolectoras nómadas hacia el establecimiento de asentamientos permanentes. Estos campamentos estables, por supuesto, no suponen el fin de la actividad cinegética ni recolectora, pero sí que favorecen que las mujeres, que eran quienes permanecían en los poblados mientras los hombres cazaban, comiencen a observar y estudiar el comportamiento de determinadas plantas silvestres.
Factores para el nacimiento de la agricultura
El papel de las mujeres en el desarrollo de la agricultura resulta fundamental. Son ellas las que comienzan a observar la germinación de las plantas y, con toda probabilidad, las que se dan cuenta de que esta germinación es más rápida cuando se hace rodeada de desechos orgánicos. Así, los primeros pasos hacia la domesticación vegetal se dieron mediante el cuidado y siembra de plantas silvestres que eran utilizadas en alimentación y medicina, o para la obtención de fibras y madera. La observación y el estudio llevaron además a seleccionar las semillas de aquellas plantas que más interesaban a cada comunidad y, con ello, a cuidarlas y tratarlas por encima de otras que podían resultar menos atractivas.
Comienza así un lento y progresivo proceso de aprendizaje basado en el cuidado de determinadas especies que comprende acciones como eliminar la competencia de las plantas que no interesan, tratar de aislar determinadas especies vegetales de sus depredadores e incluso desarrollar primitivos sistemas de riego por inundación.
Un fenómeno simultáneo de alcance global
La consolidación de la agricultura como tal fue un proceso largo y complejo que se desarrolló a lo largo de más de dos mil años de manera simultánea en diferentes partes del globo como Mesopotamia o Egipto y en determinadas áreas de Asia o América Central. Llama la atención que zonas tan distantes entre sí llevasen a cabo domesticaciones del territorio similares sin ni siquiera conocer de su respectiva existencia, pero la realidad es que así sucedió.
Pese a que todo este proceso fuese fruto de mucha experimentación y observación, de la necesidad de cuidar y seleccionar semillas y plantas, se cree que en ningún momento fue un acto consciente. Sus protagonistas no debieron tener la noción de estar creando algo tan grande como la agricultura, simplemente desarrollaron acciones que perseguían el beneficio de las nuevas comunidades sedentarias y transmitían esos nuevos saberes de generación en generación.
Todo esto, además, sucedió de manera paralela a otro hecho tan trascendente como la domesticación de animales y su organización en rebaños; algo que terminaría derivando en la ganadería y que también tendría su papel en la evolución de la agricultura al poder utilizar bestias como fuerza de carga o tiro en el manejo de arados y otros utensilios que se irían desarrollando a lo largo de los siglos.
Imagen principal de Museo de Prehistoria de Valencia.
Imagen central de Manuel M. V.