La temperatura del suelo es un factor principal para asegurar el correcto desarrollo de las plantas. La tierra, entre otras cosas, suministra nutrientes y agua y es una fuente de almacenamiento de calor que condiciona los diferentes procesos microbióticos que ahí suceden. Todas las plantas requieren de una temperatura óptima para germinar y crecer satisfactoriamente, y esa temperatura debe proceder del suelo en el que se asientan.
¿Qué condiciona la temperatura del suelo?
Existen diferentes factores que pueden hacer variar la temperatura del suelo. Algunos de estos son las propias características de la tierra y otros, sin embargo, son de carácter externo y estarán condicionados por las estaciones del año o el clima.
Algunos de los principales factores de los que depende la temperatura del suelo son los siguientes.
- La luz solar es la principal fuente de calor para la tierra. Su incidencia directa determinará la temperatura final del suelo. Gracias a ella, las capas superiores siempre serán más cálidas que las inferiores.
- Un suelo con mucha cobertura vegetal reducirá la capacidad de la tierra de absorber el calor directamente del sol. Una tierra desnuda siempre se calentará a mayor velocidad que otra cubierta de vegetales.
- Los suelos secos conducen peor el calor, por lo que la humedad es otro factor determinante en la temperatura del suelo.
- La luz penetra de manera más directa en ángulos de 90 º, por lo que la inclinación es otro de los factores que determinan el grado de calentamiento de la tierra.
- Otros factores determinantes serán los relacionados con la estación o el clima, de los que dependerá la situación del Sol, la cantidad de horas de luz o, por ejemplo, la existencia de capas de nubes que filtren los rayos solares.
- Incluso el color del suelo tiene relación directa con su temperatura, dado que los colores oscuros absorben más calor que los claros. En este sentido, la materia orgánica puede jugar también un papel importante, pues esta contribuye a oscurecer la tierra.
- En función de su composición y textura, un suelo será capaz de adquirir una mayor o menor temperatura. La arcilla, por ejemplo, muestra una mayor capacidad térmica que la arena, pero esta última se calienta más rápido que la arcilla.
La temperatura del suelo y el desarrollo de las plantas
La temperatura afecta directamente a las características biológicas, químicas y físicas del suelo y esto, en consecuencia, tiene una influencia directa en el desarrollo de las plantas, que ven como su crecimiento se ve favorecido por el calor al propiciarse la absorción de agua y nutrientes. El calor, además, es el medio en el que los microorganismos que habitan en el suelo desarrollan mejor su actividad, tan importante para surtir de nutrientes a la tierra.
Si bien cada especie vegetal cuenta con unos requisitos particulares en cuanto a la temperatura óptima para su desarrollo, se tiende a establecer entre los 18 º y los 25 º centígrados la media de calor que en un suelo se considera apropiada para ser productivo. Así, conocer los valores óptimos para cada cultivo y realizar mediciones de temperatura en el suelo son acciones que deberían ser fundamentales para garantizar el buen desarrollo de las cosechas.
En la actualidad existen numerosas formas de medir el grado de calor de la tierra. Todavía hay quienes recurren a técnicas tradicionales, manuales; consistentes en guiarse por el tacto para sentar una temperatura aproximada. Sin embargo, la evolución de la tecnología aplicada al mundo de la agricultura hace posible la disposición de métodos que oscilan entre termómetros de última generación o prácticas asociadas a la agricultura de precisión que funcionan mediante instrumentos de medición satelital.
Imagen principal de Angela Llop.
Imagen central de Gianni Belloni.