Los orígenes de los tractores Ebro se remontan a 1952, cuando el Ministerio de Industria de España convoca un concurso público destinado a potenciar la deficiente industria nacional del tractor. El ganador de dicha convocatoria es Ford, cuya división Ford Motor Ibérica estaba asentada en España desde la década de 1920. Dos años después, las desavenencias entre la popular compañía y el régimen hacen que Ford venda sus acciones españolas dando lugar a una nueva compañía destinada a sentar historia en el campo de la fabricación de tractores en España: Motor Ibérica S.A.
Unos inicios prometedores
Desde sus inicios, esta nueva empresa cuenta con el apoyo técnico de Ford Motor Company, y este hecho se deja ver en los primeros productos de la nueva marca española. Así, en 1955 ve la luz el primer tractor de la compañía, el Ebro 38, un vehículo de 38 cv de potencia que supuso todo un hito para la industria automovilística nacional, y más teniendo en cuenta las deficiencias técnicas y productivas de la España de los años 50. La producción del Ebro 38 se mantiene estable y prácticamente inmutable hasta 1961, año en el que el nuevo modelo Súper Ebro confirma las altas expectativas puestas la labor de Motor Ibérica como fabricante de tractores.
Nuevos socios, nuevos productos Ebro
En el año 1965, Massey Ferguson compra a Ford el 40 % de las acciones de Motor Ibérica. Comienza entonces una nueva y fructífera alianza que tiene como primer resultado la aparición del Ebro 160 en el año 1967. Por estos años, la sede de la empresa se traslada a Barcelona y la línea de producción se amplía con la fabricación de furgonetas, carretillas elevadoras e incluso vehículos todoterreno. El crecimiento tanto cualitativo como cuantitativo de la compañía afianza su posicionamiento como una de las empresas más potentes del país. En 1973, Motor Ibérica adquiere la compañía de maquinaria y repuestos agrícolas Valpadana.
La entrada en la década de 1980 supone también el nacimiento de la edad de oro del tractor en España debido a la salida al mercado de la serie Ebro 6000. Con este nuevo modelo, Motor Ibérica vuelve a tocar el cielo de la producción de maquinaria agrícola. Por estos años, Massey Ferguson vende su participación en la empresa a los japoneses Nissan que, tras varias operaciones, terminan aliándose con Kubota para generar una nueva marca de tractores en 1986: Ebro – Kubota.
La aventura japonesa
La sede de la empresa se traslada a Madrid y comienza a formarse una nueva plantilla de profesionales que se ve reforzada por la llegada de ingenieros japoneses empleados por Kubota. Progresivamente, la marca nipona comienza a adquirir un mayor peso en la compañía hasta lograr hacerse con la mayoría de las acciones. La productividad de Motor Ibérica crece hasta las 8000 unidades anuales y, como resultado de todas estas mejoras técnicas, sale a la luz la nueva serie 8000, que se constituye como un nuevo hito de la industria del tractor en España.
Pese a todos los logros, en 1994 la compañía arrastra unas pérdidas operativas de 12 millones de pesetas. Los directivos de Kubota realizan un viaje a Japón para solicitar una ampliación de capital, pero en su lugar reciben otra noticia: Ebro – Kubota cierra sus puertas. El cierre de la compañía coincide con el proceso de fabricación de un nuevo modelo, el K1, que saldrá al mercado con la marca Kubota.
En opinión de muchos, el fin de la compañía respondió a una decisión precipitada realizada desde una distancia que, tal vez, impidió valorar con sensatez las posibilidades de recuperación y crecimiento. Parece ser que la cúpula japonesa decidió finalizar la historia de Ebro-Kubota al ver que el mercado europeo no era tan fácil de conquistar como pensaban.
Imagen principal de P. León