La agricultura no solo se limita a producir alimentos para personas y animales o biocombustibles. En el caso de la floricultura, concretamente de la producción de flor cortada, se cultiva simplemente por belleza y simbolismo. Entre las diferentes flores utilizadas con estos fines destaca el clavel, una especie muy habitual para decorar, regalar en forma de ramos o incluso para funerales.
Necesidades del cultivo del clavel
En cuanto a las necesidades del terreno y el clima, el clavel necesita una tierra con un porcentaje de arena de al menos el 70 %, no se aconseja en suelos con alto contenido de arcilla. El terreno debe de tener gran porosidad para que facilite el drenaje y se evite el encharcamiento y las enfermedades criptogámicas. Además, se necesita un pH de entre 1 y 14 y este cultivo es capaz de soportar altas concentraciones del sal en el suelo aunque, dado que si se superan los 3,84 gramos por litro pueden presentarse problemas de toxicidad, lo ideal son 0,64 gramos por litro.
La temperatura óptima para obtener una buena producción oscila entre los 10 y los 24 grados centígrados. Esto es muy importante, pues influye en la transpiración, en la reparación, en la fotosíntesis, en el crecimiento y en la floración del clavel. También es importante conocer el tipo de vientos que suele haber en la zona.
Sobre el riego, si el terreno es arenoso y con buen drenaje, la salinidad en el agua optima es 1,5 mmhos/cm aunque el clavel tolera hasta 3 mmhos/cm con una posible reducción de la productividad. El tipo de riego más recomendable es el riego por goteo y se requiere ente 800 y 1000 litros por metro cuadrado al año.
Si se cultiva en invernadero, habrá que orientarlo de manera que se evite que el viento dominante incida lateralmente en él. También hay que dejar aperturas laterales y cenitales para que se haya una correcta ventilación. El mejor plástico es el polietileno térmico de 2 milímetros, y no se deben utilizar cubiertas amarillas, pues restan luz.
La implantación del cultivo
Primero se debe preparar el terreno pasando el subsolador (a 40 o 45 centímetros) y el rotovator para favorecer el drenaje y dejar el terreno más mullido y esponjoso. Después, habrá que realizar un análisis químico para conocer el ph, la salinidad, la materia orgánica total, el nitrógeno total, los fósforos, el calcio y el magnesio asimilables y los microelementos. Entonces se procederá al abonado orgánico y mineral según los resultados. También habrá que desinfectar el suelo si se encuentran patógenos.
El marco de plantación dependerá del tipo de clavel. En el clavel tipo Standart, por ejemplo, la densidad de plantación por metro cuadrado será de 36, en mesillas de 1,05 metros de ancho con seis filas de plantas y tres líneas de goteros.
En invernadero se puede plantar en cualquier época; al aire libre habrá que evitar la época invernal. La plantación se realizará en junio si se quiere recolectar el clavel entre noviembre y mayo más o menos, según la variedad. El trabajo se hace a mano, por esquejes y sin enterrarse el cuello, es mejor hacerlo por la tarde para evitar la horas de más calor.
Cuando los claveles empiezan a crecer hay que entutorarlos con mayas y arquillos, desbotonarlos cuando salgan los primeros capullos y, después, podarlos para que queden a una altura de entre 10 a 20 centímetros, y dejando más o menos brazos según la variedad.
La hora de la recolección
El momento de recolección del clavel depende de la época del año, de la variedad y del mercado al que van dirigidos. Se suele cortar cuando se empieza a ver el color en el capullo, pero, por ejemplo, en invierno se espera a ver el sentido de los pétalos y sépalos; además, algunas especies no se pueden cortar muy cerradas porque se corre el riesgo de que no se lleguen a abrir. Cada mercado también tiene sus exigencias, Portugal lo suele pedir más cerrado que Holanda u otros países, y los más abiertos van para España.
La calidad del clavel depende de la largura, la rectitud y la rigidez del tallo, además del tamaño y estado de las flores.
Imagen principal de Erik Junberger.
Imagen central de Christina B Castro.