Desde hace unos meses estamos asistiendo a un aumento continuado del precio del combustible que afecta a múltiples ámbitos profesionales entre los que, por supuesto, se encuentran los profesionales del sector agropecuario, que cada vez ven como su trabajo se hace un poco más inviable.
¿Cómo se fija el precio del combustible?
El precio del combustible se establece según una proporción en la que cerca del 50 % corresponde a impuestos. El resto se calcula de acuerdo a factores como el coste de extracción, de refinamiento y de distribución.
Para calcular el precio base del litro de combustible se tiene en cuenta su cotización en los mercados internacionales. Dentro de las fronteras europeas, la referencia se tiene respecto al denominado “barril Brent”, que se establece de acuerdo a factores como el precio base de extracción en el país productor, la demanda de combustible a nivel mundial, las reservas estimadas y situaciones de orden geopolítico que puedan alterar los costes. Durante estos días, estos factores de orden geopolíticos han sido clave para la desestabilización del precio del combustible debido al conflicto bélico entre Rusia y Ucrania (aunque, y pese a la especial incidencia del conflicto, la realidad es que el precio del combustible no ha parado de aumentar desde el primer tercio de 2021). Gracias a todo esto se fija el precio base que, como ya se ha señalado, corresponde a aproximadamente la mitad del precio total del litro de combustible.
Los impuestos del combustible
Es ahora cuando hay que hablar de los impuestos que complementan el coste total del barril. En el caso del combustible existe una carga impositiva indirecta denominada Impuesto Especial de Hidrocarburos. Este impuesto se reparte en dos tramos, uno que se deriva al Estado y otro que es recibido por las diferentes comunidades autónomas del país. Este tipo de impuestos especiales son más frecuentes de lo que pueda parecer y, en España, se aplican a consumos específicos como el vino, las bebidas fermentadas, la cerveza, el tabaco, el carbón o la electricidad, por mencionar algunos.
Por último, a todo lo comentado anteriormente hay que sumar el IVA del 21 % que, en el caso del barril de combustible, se aplica tanto sobre el precio base como sobre el Impuesto Especial de Hidrocarburos.
Así, el precio final de un litro de combustible depende de tres costes diferentes: un precio base fluctuante y dos impuestos que, en conjunto, abarcan casi la mitad del coste total.
Tiempos difíciles
La actual situación ha provocado huelgas y quejas masivas en sectores como el del transporte. Esto afecta al consumidor final, pero también a ámbitos como el agropecuario, que ve cómo su coste de su trabajo aumenta y, al mismo tiempo, la distribución de su producción se ve comprometida.
Con el aumento del precio del combustible, muchos agricultores y ganaderos se ven obligados a hacer cuentas y recalcular la rentabilidad de su trabajo en función de este aumento de precios. Un tractor puede trabajar de media entre cinco y seis horas diarias a un ritmo de consumo de entre diez y catorce litros por hora, y eso teniendo en cuenta que muchas explotaciones no solo cuentan con una máquina a motor.
La situación se presenta como delicada para buena parte del sector agropecuario, que aunque ha realizado protestas (más discretas que las de otros sectores) debe fijar sus esperanzas en una reducción impositiva que ya ha sido anunciada o en intentar realizar pequeñas acciones que conlleven un descenso en el nivel de consumo de combustible.
Imagen principal de Andrew.
Imagen central de Eduardo Otubo.