Entre los últimos años del siglo XIX y las primeras décadas del XX se dieron una serie de circunstancias que terminaron por materializarse en la aparición y posterior generalización del tractor agrícola. Sin duda, una de las más importantes fue el nacimiento del motor de combustión interna, que sentó las bases para el desarrollo de esta nueva industria. Pero también hay que tener en consideración otros hitos como la aparición de los neumáticos o el progresivo aumento de la potencia de los nuevos motores fabricados. Poco a poco los tractores comenzaron a convertirse en un elemento indispensable para el campo y en países como Estados Unidos o Inglaterra su presencia era ya muy notable durante la década de los años veinte. El tractor en España, sin embargo, tardó un poco más de tiempo en generalizarse.
Unos comienzos difíciles
Arrastrada por un secular retraso económico, por las consecuencias de su guerra civil y por las características autárquicas del nuevo régimen, a finales de la década de los años treinta España no se veía en condiciones de producir su propia maquinaria agrícola de combustión. La escasa importación de tractores era controlada por el Estado y mediante una serie de concursos públicos esta se adjudicaba a grandes latifundistas, generalmente ubicados en el sur del país. La concesión de tractores ataba al beneficiado a utilizarlo durante al menos cuatro años; pasado este periodo, la máquina podía revenderse libremente.
Con el paso de los años fueron sucediéndose algunos pequeños pasos orientados a conseguir que el país fabricase sus propios tractores. De esta manera, algunas empresas lograron sentar las bases de la futura industria. En 1946, la compañía zaragozana Auto Tractor fabricó unas pocas unidades de su modelo Centurión. En 1949, Talleres del Astillero S.A., ubicada en Santander, desarrollaba su tractor Tedetasa. Solo un año después, la barcelonesa Tractores Españoles S.A. arrancaba la producción de su propia marca, Tesa. Otras muchas empresas nacionales se lanzaron a la producción de tractores durante los últimos años de la década de los cuarenta. Sin embargo, muchas de ellas fracasaron en su empeño. La producción era por lo general muy inferior a la desarrollada en otros países.
El tractor en España comienza a rodar
El revulsivo definitivo tuvo lugar en 1952 cuando el Estado decide convocar un concurso para autorizar dicha actividad y declara de interés nacional la fabricación de tractores. Dos fueron las empresas nacionales autorizadas por el régimen. La primera de ellas era Lanz Ibérica S.A., que llegó a contar con una capacidad de fabricación de 2000 unidades anuales. La segunda compañía beneficiada fue Motor Ibérica S.A., productora de vehículos Ebro y que alcanzó la cifra de 3000 tractores al año.
La labor de estas dos compañías provoca que durante la década de los años sesenta entren al campo de juego nuevas empresas y la industria del tractor en España experimente cierta liberalización. En 1959, por ejemplo, Barreiros Diesel comienza su carrera como fabricante de maquinaria agrícola. A comienzos de los años sesenta, Lanz Ibérica se convierte en John Deere Ibérica S.A. Motor Ibérica, por su parte, cierra un acuerdo que le permite añadir la fabricación de tractores Massey Ferguson a los vehículos Ebro que ya elaboraba con anterioridad. Otras nuevas compañías como SAMAR y SAVA dan sus primeros pasos durante estos años.
A comienzos de la década de los setenta unas pocas compañías se reparten el mercado nacional de tractores. El lento crecimiento económico interior provoca que la producción de estos vehículos supere la demanda de los mismos y, como consecuencia, las empresas se ven obligadas a exportar parte de su producción. Durante estos años, Motor Ibérica y John Deere Ibérica son los nombres que crecen a mayor velocidad.
El progresivo aunque insuficiente aperturismo del régimen franquista y la caída de este en 1975 provocan el definitivo despertar de la industria del tractor en España, que continúa desarrollándose a un ritmo cada vez más exponencial durante las siguientes décadas. De manera paralela al crecimiento de esta se produce la aparición de otras actividades relacionadas como, por ejemplo, los repuestos para tractores.