De unos años a esta fecha, los huertos urbanos se han extendido por multitud de ciudades hasta consolidarse como uno de los fenómenos agrícolas más llamativos de los últimos tiempos. La horticultura urbana aparece en solares abandonados, patios de edificios, terrazas, azoteas e incluso en pequeños balcones particulares. Este movimiento tiene su ser en una aparente necesidad de autoabastecimiento, así como en una mayor conciencia general de tipo ecológico y sanitario, aunque las razones de este boom también pueden ser de orden económico. Algunas grandes ciudades están empezando a regular la proliferación de estos espacios de cultivo que, si bien pueden parecer obra de una iniciativa contemporánea, en realidad comenzaron a aparecer hace más de un siglo.
Breve historia de los huertos urbanos
Los primeros indicios de cultivos en grandes ciudades de la era contemporánea datan de los años de la Gran Depresión, que azotó a Europa y especialmente América del Norte entre 1873 y 1896. Fue entonces, y en Estados Unidos, donde aparecieron los primeros huertos urbanos como respuesta a la falta de abastecimiento. Años después, tras el Crack del 29, este proceso se repitió con los llamados Relief Gardens o jardines de socorro.
El repunte definitivo de la agricultura urbana tiene lugar durante la primera mitad del siglo XX, coincidiendo con las dos guerras mundiales. Durante ambas contiendas, los gobiernos británico y estadounidense lanzaron varios programas que promovían el autoabastecimiento. Así, las iniciativas Dig for Victory británica y Victory Gardens americana incitaban a la población de ambos países a cultivar sus propios alimentos en terrenos públicos o en sus propios jardines. Estos jardines tenían un importante componente patriótico, ya que se hacía al ciudadano partícipe de su abastecimiento en favor de la economía de guerra.
Con el paso de los años y la llegada de la estabilidad, los huertos urbanos descendieron en número. Pero la eclosión de movimientos sociales de carácter ecologista durante las décadas de los 60 y los 70 produjeron un nuevo boom en este sentido, esta vez promovido por fines medioambientales y sociales, no bélicos.
Los huertos urbanos son una tendencia en alza desde hace ya unos años. Sin embargo, existen voces críticas que ven en ellos un riesgo.
Esta semana hablamos sobre ello en nuestro blog.https://t.co/qsOSMWgeGx pic.twitter.com/Sswfy56gN6— Repuestos Fuster (@RepuestosFuster) September 20, 2019
Los huertos urbanos en la actualidad
El fenómeno actual parte en cierta medida de iniciativas municipales que buscan promover hábitos de vida sana y formas de ocio saludable. Pero también existe un alto grado de acciones particulares por parte de ciudadanos concienciados con el cambio climático y el movimiento ecologista, víctimas de la nostalgia por el mundo rural o afectados por las diferentes recesiones económicas del siglo XXI. La presencia en los medios de esta eclosión hortícola y la creciente cantidad de noticias sobre procesos agrícolas no sostenibles contribuyen también al crecimiento del número de huertos urbanos.
Todo esto no ha hecho más que aumentar exponencialmente la demanda de este tipo de espacios, ya sea en equipamientos municipales o en terrenos particulares. En general, los huertos urbanos han supuesto una mayor aceptación del consumo ecológico y determinadas prácticas sostenibles, además de haber puesto en la calle nuevas formas de participación ciudadana. Sin embargo, no todo son luces en este sentido y determinadas voces críticas hablan sobre su parte negativa.
Voces en contra
Algunos agentes señalan el riesgo para la salud pública que pueden suponer los huertos urbanos al estar sometidos a la contaminación inherente a las ciudades. Se habla de aceptar medidas preventivas que no siempre se tienen en cuenta, como no realizar plantaciones en zonas industriales o cerca de grandes vías de transporte y evaluar las posibles fuentes de contaminación, así como la calidad de los suelos sobre los que se asienta el huerto.
Tal vez haciendo caso a estas voces críticas, determinadas corporaciones municipales han empezado a regular este fenómeno mediante normativas que limiten su uso tanto en sus zonas de aplicación como en las licencias que puedan concederse para la apertura de nuevos espacios agrícolas urbanos.
Destaquemos también la importancia de los huertos urbanos como una terapia social, esta demostrado que las personas con estres alto alivian sus problemas gracias a la experiencia de liberarse en el huerto urbano, no es menos para los más peques de la casa que aprenden valores como la paciencia y la responsabilidad.
Pues a mi me parecen una forma de integración social asi que todo lo que sume, perfecto