¿Alguien se acuerda de cómo eran los tractores hace décadas, más o menos durante los años sesenta del ya extinto siglo XX? Había varias diferencias, claro, pero principalmente eran más pequeños y, por añadidura, menos pesados. Con el paso de los años, la maquinaria agrícola ha ganado en eficacia gracias a un buen puñado de innovaciones técnicas que las han ido transformando poco a poco en los monstruos de la automoción que conocemos hoy en día. Como decíamos, los tractores y las cosechadoras son hoy en día más fiables que nunca. Pero también más pesados, y este aumento de masa puede conllevar graves consecuencias en la calidad de los suelos agrícolas.
Máquinas como dinosaurios
Se calcula que un tractor actual puede pesar fácilmente unas seis toneladas. Una cifra que tampoco es tan impresionante si tenemos en cuenta que una cosechadora cargada hasta el límite puede acercarse a las sesenta toneladas de peso. Prácticamente, algunas grandes máquinas agrícolas acumulan una cantidad de kilos equivalente a la de las especies de dinosaurios más grandes. El peso de tractores y demás máquinas siempre ha afectado al suelo, por supuesto, pero es ahora cuando las alarmas han saltado, especialmente tras algunos estudios publicados en medios de renombre como la revista Proceedings of the National Academy of Sciences.
Los efectos del peso de los tractores
Como todo buen ingeniero sabrá, el aumento del tamaño y peso de la maquinaria agrícola está acompañado de una mayor superficie en sus neumáticos. Este hecho evita que el vehículo se hunda en el suelo, pero no que la compactación sea mayor. Las capas inferiores de los suelos agrícolas absorben toda la presión y es ahí donde comienza a suceder un problema que, si bien no es apreciable a simple vista, puede resultar notablemente perjudicial para una gran cantidad de suelos del planeta.
En el suelo hay vida, mucha. Ahí viven una grandísima cantidad de bacterias, protozoos, hongos y demás seres que garantizan en buena parte la salud del terreno. Estos organismos habitan entre los espacios huecos, por los que también circula el aire y el agua que los mantienen en forma. Pues bien, la compactación del suelo debida al peso de los tractores tiene como principal efecto la desaparición de muchos de estos espacios huecos y, en consecuencia, una drástica reducción de la vida que habita y circula por ellos. Como comentábamos un poco más arriba, este ha ocurrido siempre, pero no en el grado que sucede hoy en día debido al progresivo y rápido aumento del peso de la maquinaria agrícola.
¿Qué podemos hacer?
Se calcula que debido a este problema, muchos suelos pueden verse afectados con una pérdida del 20 % de su rendimiento. La solución a esta situación no parece fácil, pues pasaría necesariamente por rediseñar la estructura de mucha maquinaria agrícola o reducir el tamaño de la misma para que, en lugar de un vehículo muy pesado, el trabajo lo realizasen al mismo tiempo varios más pequeños. Sea como sea, haber detectado y comunicado esta situación ya es un principio que, al menos, llevará a muchos profesionales a concienciarse sobre algo que debería tenerse en cuenta.
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