Ya bien entrado el siglo XXI, nadie debería sorprenderse de la importancia que tienen los satélites en multitud de tareas cotidianas. Ya sea para predecir el clima, para controlar el tráfico o para proporcionar servicios de comunicación, su figura es hoy en día algo que simplemente se da por hecho. Por supuesto, el campo también es beneficiario de su actividad gracias al uso de imágenes satelitales que pueden hacer del trabajo agrícola algo más sostenible y productivo.
A grandes rasgos, un satélite artificial es un vehículo espacial que utiliza sensores pasivos (ópticos) y activos (radar) para recoger información y transmitirla. Aplicada al mundo agrícola, esta información puede ser de gran utilidad para gestionar explotaciones con un gran índice de precisión y mejorar la gestión de los recursos agrícolas mediante datos actualizados y de alta fiabilidad.
¿Cómo se obtienen las imágenes satelitales?
Los pioneros en poner en órbita satélites que mapeasen la Tierra fueron los estadounidenses con su programa Landsat. Al tiempo, la Unión Europea inició el programa Copérnico, que incluía la actividad de sus satélites Sentinel. Una línea de estos satélites, la Sentinel 2, es la encargada de aportar imágenes de gran calidad sobre suelos, vegetación, ríos o costas, entre otras cosas. Estas imágenes satelitales son las que en la actualidad resultan de mayor fiabilidad y las que más se utilizan para acciones ligadas a la agricultura de precisión.
Para obtener estas imágenes, los satélites pueden utilizar diferentes índices espectrales, como lo de tipo NDVI (índice de vegetación de diferencia normalizada) o GNDVI (índice de clorofila). Ambos índices se basan en la intensidad de la radiación de algunas bandas del espectro electromagnético reflejado por la vegetación, pero el GNVDI es más sensible a la actividad de la clorofila y presenta un punto de saturación superior al del NDVI.
La continua actualización de los datos aportados por los satélites permite obtener imágenes en tiempo casi real que, vinculados a un programa de gestión donde se registren las parcelas sobre las que se quiera hacer seguimiento, pueden ser de gran ayuda a la hora de vigilar las condiciones de los cultivos y las propiedades del suelo, así como a planificar y controlar las labores agrícolas.
Satélites al servicio de la agricultura
De esta manera, un agricultor puede obtener información precisa sobre el crecimiento y la salud de sus cosechas y obtener conclusiones que le ayuden a optimizar su trabajo. Vigilar mediante imágenes satelitales las condiciones de los cultivos y de la labranza o sobre las propiedades del suelo es de gran utilidad para poder planificar las cosechas, controlar el crecimiento de los cultivos, evaluar el uso del suelo o anticipar las variaciones climatológicas mediante la previsión de lluvia, viento o temperatura.
A nivel preventivo, las imágenes satelitales funcionan también para realizar evaluaciones individuales por las diferentes zonas de mapeo y, de esta manera, poder actuar sobre cada una de ellas de manera específica. Esto puede ser de gran utilidad a la hora de aplicar tratamientos sanitarios sobre áreas concretas de una explotación y actuar de esta manera sobre el lugar concreto donde esté actuando una plaga, por ejemplo.
Imágenes de Sentinel Hub.