Los fertilizantes son sustancias, orgánicas o no, que contienen una serie de nutrientes susceptibles de ser asimilados por las plantas. La fertilización de una explotación agraria es una parte fundamental del trabajo en el campo, pues de ella puede depender en gran medida tanto la calidad como la cantidad de la cosecha.
La aplicación de abonos a la tierra puede rastrearse desde la Antigüedad, cuando diferentes cultural ya utilizaban huesos, cenizas o deyecciones animales para enriquecer los suelos donde se cultivaban sus cosechas. Con el paso de los siglos, este proceso ha sufrido una lógica evolución de manera paralela al desarrollo de las técnicas agrícolas aunque, en esencia, el procedimiento no ha variado demasiado.
A grandes rasgos, los fertilizantes pueden dividirse entre orgánicos o minerales.
Fertilizantes orgánicos
Los orgánicos son generalmente de origen animal o vegetal y pueden obtenerse de excrementos animales o residuos orgánicos y malas hierbas de las mismas plantaciones, por citar algunos puntos de origen. En el caso de los animales, se obtiene un elevado aporte de nitrógeno de descomposición lenta que favorece notablemente a la riqueza de la microflora del terreno. Los vegetales, en cambio, cuentan con una composición que variará en función de factores como la planta de procedencia. Generalmente, estos aportan interesantes cantidades de elementos como nitrógeno, fósforo o calcio.
En general, el aporte orgánico de estos fertilizantes contribuye notablemente a mejorar la estructura del suelo y supone un interesante aporte de nutrientes. Como desventajas, podría decirse que en ocasiones resulta difícil saber la naturaleza exacta de su composición, así como que pueden resultar más complejos de almacenar que otras alternativas de origen mineral.
Fertilizantes minerales
Este tipo de fertilizantes son de origen inorgánico y, en general, tienen su procedencia en la explotación de yacimientos naturales y su posterior modificación en la industria química para lograr la composición deseada. La principal intervención de la industria química es sobre los abonos nitrogenados, en los que se sintetiza el amoníaco a partir del nitrógeno del aire. Entre los principales abonos inorgánicos puede destacarse algunos como las ureas, aminoácidos o húmicos.
Además de esta clasificación principal, los fertilizantes pueden distinguirse en función de otras variaciones como su composición que, en un principio, puede ser simple o compuesta dependiendo de si están formados por un solo nutriente o por varios.
Atendiendo al tipo de elementos que contiene un fertilizante, puede establecerse una nueva diferenciación entre nitrogenados, fosfóricos o N-P-K. Estos últimos llevan cantidades importantes de nitrógeno, fósforo y potasio. Todos ellos, a su vez, pueden llevar además cantidades adicionales de otros elementos como azufre, magnesio o boro.
Actualmente existe en el mercado una enorme variedad de fertilizantes que, a su vez, pueden presentarse en diferentes graduaciones en función del porcentaje de nutrientes que contengan. A la hora de escoger entre un fertilizante u otro hay que tener en cuenta diversos factores como la tipología y cantidad de nutrientes conveniente, así como el rendimiento potencial que se espera lograr tras su aplicación en función de aspectos como las características del suelo, el tipo de cultivo o el clima propio de la zona donde se encuentre la explotación.
Imagen principal: AgriLife Today.
Imagen central: Jon Anderson.
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Muy interesante el artículo. Nosotros apostamos por el empleo de bioestimulantes y biofertilizantes que garanticen la nutrición de los cultivos sin provocar ningún impacto negativo por el empleo de químicos.