En el año 2016, un joven ingeniero malagueño llamado José María Ortega participa en Lab2Moon, una competición científica en torno al espacio exterior. Presenta un prototipo, una idea cuyo objetivo es trasladar semillas a la Luna para poder estudiar la germinación en su superficie. De entre los 3400 proyectos que competían, este pasó a formar parte de los quince seleccionados como finalistas. Finalmente no ganó, pero la idea fue creciendo poco a poco hasta dar forma a algo más grande y ambicioso que hoy en día se conoce como Green Moon Project.
¿En qué consiste Green Moon Project?
El objetivo final de Green Moon Project es el de lograr cultivar alimentos fuera de la Tierra, especialmente en la Luna y, si todo sale bien, en Marte. Esta idea está orientada a poder alimentar a las diferentes misiones espaciales que pasan largos periodos de tiempo fuera de la comodidad de nuestro planeta, pero también nace con una perspectiva de futuro basada en preceptos que todavía son exclusivos de la ciencia ficción y que hablan de establecimientos humanos, de colonias de gente que puedan fijar una residencia en otros lugares del sistema solar. Puede parecer cosa de película, pero la investigación hacia estos supuestos no es precisamente una noticia de última hora.
En palabras de Jorge Pla-García, coordinador científico del proyecto, todo esto “pretende estudiar la germinación de las semillas en el espacio, entender cómo crecen las plantas y, sobre todo, cuáles son las condiciones que van a necesitar y cómo les afecta la gravedad de la luna”. Así, Green Moon Project se estructura a través de tres ámbitos de estudio diferentes: ingeniería espacial, geología planetaria y biología vegetal. Por el momento, se sabe que el proyecto avanza en buenos términos y que ya se han llevado a cabo numerosas pruebas en Lanzarote, cuyo suelo volcánico presenta unas condiciones que pueden considerarse como similares a las de la Luna.
Muchos retos por delante
Como será fácil de adivinar, los retos a los que se enfrenta Green Moon Project son muchos, la gran mayoría de ellos basados en las particulares condiciones atmosféricas de nuestro satélite. Ahí, en la Luna, las radiaciones son intensas, pero además hay que tener en cuenta una temperatura que durante la noche puede alcanzar los cien grados bajo cero o una gravedad que es seis veces inferior a la de la Tierra. Sobre las dificultades económicas de la investigación, por el momento el proyecto se encuentra bien respaldado gracias a la participación de socios colaboradores como las empresas Innoplant y Herogra Group o el respaldo de varias agencias nacionales e internacionales.
Rábanos, lechugas y tomates
En el plano efectivo, el fin primero es la implantación de una serie de invernaderos en suelo selenita. Ahí se cultivarían las frutas y verduras que servirían de alimento a los astronautas pero, además, el oxígeno generado por las plantas podría utilizarse para depurar el aire de los posibles alojamientos espaciales. Por el momento, se han hecho pruebas con varias especies vegetales. “Productos hortofrutícolas de pequeño tamaño y ciclo de crecimiento rápido”, en palabras de Eva Sánchez, de Innoplant. Entre ellas destacamos lechugas, espinacas, pimientos, zanahorias, tomates y rábanos. Estos últimos, por cierto, son los que mejores resultados han arrojado.
Por supuesto, Green Moon Project está todavía en fase de desarrollo, aunque sus resultados llevan visos de resultar prometedores. Solo cabe esperar a que los acontecimientos se sucedan.
Imagen principal de Greg Hewgill.