Al igual que sucede con otros pueblos de la Antigüedad, la agricultura supone la base de la economía de la antigua Grecia. Se calcula que, de media, más de dos tercios de la población se dedicaban a esta actividad pese a contar con un terreno montañoso y duro que, en muchas ocasiones, no era nada favorable al desarrollo agrícola.
Evolución de la agricultura griega
Al comienzo de la historia de la antigua Grecia, la actividad ganadera y pastoril era mayoritaria. La agricultura estaba principalmente en manos de grandes terratenientes que se surtían sobre todo de mano de obra esclava. La situación da un vuelco radical a partir del siglo VIII a.C., cuando el aumento generalizado de la población deriva en la generalización de una economía basada en la labranza intensiva y comienzan a surgir pequeñas y medianas explotaciones en la mayor parte de las polis.
El nuevo modelo agrícola se impone poco a poco hasta dejar en un segundo plano a la ganadería y el pastoreo. Conforme las nuevas explotaciones familiares crecen y se desarrollan, se suceden los primeros conflictos entre los antiguos grandes terratenientes y estos nuevos modelos de producción más modestos. Frente a la creciente tensión, algunas polis como Atenas comienzan a aprobar acciones que beneficiarían a los pequeños agricultores. La obra Trabajos y días, escrita por Hesíodo en torno al año 700 a.C., es uno de los documentos más importantes para conocer la realidad agrícola griega de esta época.
Las colonias
En un momento dado, la demanda de producto en la antigua Grecia comenzó a superar a la capacidad de producción. Así, la colonización de nuevas tierras se ve como una oportunidad para establecer nuevas extensiones y hacer llegar el modelo agrícola griego a otras partes del mundo. Estas colonias, o apoikiai, eran sobre todo explotadas por comunidades de desfavorecidos que buscaban de esta manera una segunda oportunidad. Dentro de la conquista de nuevas tierras, la roturación tuvo un importante papel al permitir que los pequeños y medianos agricultores pudiesen domesticar tierras aparentemente poco apropiadas para la agricultura.
Escasas innovaciones técnicas
Durante toda su historia, el modelo agrícola griego permaneció prácticamente inamovible y las innovaciones técnicas que en él se dieron fueron sobre todo importadas de otras zonas como Roma. Algunos de los ingenios que más contribuyeron a mejorar el trabajo en el campo griego fueron la prensa romana (muy útil en la elaboración de aceite de oliva) o el molino de agua.
Principales cultivos
Al comienzo de su historia, la civilización griega contaba con una dieta basada principalmente en los cereales. De estos, la cebada era el más consumido ya que, frente a otros como el trigo o el mijo, presentaba unas condiciones de cultivo más sencillas. El terreno de las islas griegas era duro y seco, pero permitía el cultivo de algunas especies tradicionalmente mediterráneas como el olivo o la vid. Estas especies presentaban el inconveniente de que su producción debía plantearse a largo plazo, pero gracias a ellas se generalizo la producción de productos tan tradicionales de la zona como el vino o el aceite de oliva.
Otra actividad muy frecuente en la antigua Grecia fue la apicultura, ya que la miel era muy utilizada para consumo directo, pero también para la elaboración de recetas, medicinas y bebidas alcohólicas.
Con el paso de los años, las condiciones agrícolas de la región mejoraron y comenzaron a sembrarse nuevas variedades de cereales. Además, se introducen vegetales (guisantes, judías, garbanzos, ajos o col), frutos (higos, granadas y almendras), plantas semilleras y especias.
Si bien la agricultura en la antigua Grecia no destaca por sus innovaciones técnicas, sí que fue una actividad que permitió el desarrollo de la civilización y, durante, siglos supuso una de las principales fuentes de riqueza y trabajo de las polis.
Imagen principal de Michael Kogan.
Imagen central de Johnny VA.