La agricultura vertical, cultivos de altura

Pese a que la primacía de los modelos más tradicionales sea innegable, hoy en día no resulta extraño escuchar hablar sobre nuevos paradigmas basados en novedosas concepciones del trabajo agrícola. Muchas de estas ideas no dejan de ser precisamente eso; teorías más o menos sólidas que raramente alcanzan el plano de lo práctico. Sin embargo, en otras ocasiones estos planteamientos terminan por materializarse y abrir así la puerta a nuevos horizontes que tienden a converger de manera más o menos amistosa con los métodos de trabajo más arraigados. La agricultura vertical, un modelo que algunos ya ven como la próxima gran revolución agrícola, podría ser uno de estos segundos casos que podría cambiar notablemente la realidad de la agricultura, de sus instrumentos y de los repuestos agrícolas.

¿Qué es la agricultura vertical?

A grandes rasgos, la agricultura vertical consiste en realizar cultivos dentro de edificios de varias plantas llamados popularmente farmscrapers (denominación que deriva de la palabra inglesa skycraper, rascacielos). De esta manera, y de acuerdo a sus defensores, se busca un aprovechamiento más racional del espacio, además de conseguir un mayor ahorro en agua y otros recursos. El objetivo final es alcanzar una producción mayor, más centralizada y efectiva.

Para conocer el germen de esta tendencia, hay que remontarse a 1999, cuando Dickson Despommier desarrolla sus preceptos básicos como parte de su trabajo en la Columbia University, en Nueva York. Pese a que anteriormente ya se había jugado con el concepto, existe cierto consenso a la hora de asentar el origen de la agricultura vertical en el trabajo de Despommier, que sin embargo pasó desapercibido hasta unos años después.

En 2007, Lisa Chamberlaine se basó en las teorías de Despommier para escribir un exitoso artículo publicado en el New York Times que provocó que la agricultura vertical tuviese una enorme repercusión en Estados Unidos y Europa. Desde entonces, han sido numerosos los estudios dirigidos a resolver la viabilidad de instalar farmscrapers en diferentes ciudades del mundo.

Ventajas e inconvenientes de la agricultura vertical

Si bien es cierto que a día de hoy no existe un consenso claro sobre su futuro, los beneficios que podría aportar la agricultura vertical están bien definidos.

• Aumento de la superficie cultivable al desarrollarse esta en vertical.
• Menores gastos de transporte y logística al poder desarrollarse esta actividad en núcleos urbanos.
• Acercar la agricultura a la ciudad.
• Ahorro energético al plantearse sistemas hidropónicos, eólicos y solares.
• Capacidad de conseguir alimentos para un mayor número de personas.

Por otra parte, en torno a la agricultura vertical también se elevan voces críticas. Estas plantean  principalmente que, económicamente hablando, se trata de un modelo poco viable debido a los elevados gastos de construcción y mantenimiento de estas explotaciones. Además, defienden que acercar de esta manera la agricultura al medio urbano podría poner en peligro a numerosas explotaciones rurales.

Algunos casos de éxito

Sea como sea, lo cierto es que ya se han realizado algunos experimentos que al menos han demostrado que la agricultura vertical está ya por encima de lo meramente teórico. La compañía holandesa Staay Food Group desarrolló el primer farmscraper real, que logró abastecer en poco tiempo a numerosos comercios locales y a grandes superficies comerciales. Poco tiempo después, la firma estadounidense Aerofarms construyó la mayor superficie del mundo destinada a agricultura vertical; un edificio de 6.500 m² con una media de producción de 900 toneladas al año. Ahora mismo, el futuro de esta modalidad de producción agrícola tiene la atención puesta en Suecia, donde la empresa Plantagon está desarrollando el World Food Building, un rascacielos de 60 metros de altura y 4.300 m² que, pese a que su inauguración se estima en 2020, ya ha recibido numerosos reconocimientos por sus planteamientos sostenibles.

Esta nueva tendencia parece estar despegando de manera sólida. Solo falta ver hasta qué punto su aplicación resulta viable y en qué modo puede cambiar los conceptos tradicionales de la agricultura y de todos los elementos que la rodean: modos de trabajo, maquinaria, recambios agrícolas y demás instrumentos.