Si en los últimos años ha habido una semilla de la que puede afirmarse que ha trascendido la moda para instalarse en la dieta habitual de multitud de personas, esta es la chía. Conocida oficialmente como Salvia hispanica, la chía es una planta herbácea que aporta múltiples beneficios al organismo, tanto por sus componentes beneficiosos como por su valor energético y por contribuir a prevenir cuadros de sobrepeso, enfermedades cardiovasculares o deterioros cognitivos, entre otras cosas.
Propiedades y consumo
Por lo general, la chía se cultiva para utilizar sus semillas como fuente de alimento. Estas constituyen una importante fuente de omega 3, pero también aportan grandes cantidades de proteínas, antioxidantes, potasio hierro y un sinfín más de micronutrientes y oligoelementos.
El consumo de las semillas de chía no suele precisar de molienda, aunque en ocasiones esta puede procesarse en forma de harina. Lo más habitual es añadirla a toda clase de platos para consumir la semilla directamente. Sin embargo, también hay quien la utiliza como espesante ya que, al mojarse, la semilla expulsa una sustancia llamada mucílago que contribuye a dar consistencia. Además de la semilla en sí, los brotes tiernos de chía crudos o hervidos también son un alimento muy completo y nutritivo.
Un poco de historia
La chía era muy frecuente en determinados pueblos de la América pre hispánica, tanto que en algunas regiones del continente solo era superada por el maíz y el frijol. Los aztecas, por ejemplo, eran grandes consumidores. En un primer momento, la semilla se obtenía por recolección en estado salvaje y no fue hasta la llegada de los españoles que la planta comenzó a ser domesticada en algunas regiones. A pesar de esto, los cereales llegados del viejo mundo no tardaron en desplazar a algunas especies locales, entre las que se encontró la chía. De esta manera, esta planta quedó esquinada durante siglos hasta que determinados movimientos y programas de cultivos alternativos la rescataron a finales de la década de los noventa del siglo XX. Desde entonces, su cultivo ha experimentado una segunda juventud que ha terminado por posicionarla como uno de los nuevos alimentos más importantes de la actualidad.
El cultivo y recolección de la chía
Cultivar chía es relativamente fácil. Lo primero que hay que tener en cuenta es que se trata de una planta que puede alcanzar los ciento ochenta centímetros de altura y, por lo tanto, necesita espacio. Este detalle puede condicionar la elección del terreno donde vaya a plantarse.
Se trata de una planta que necesita suelos bien drenados, climas cálidos y una buena exposición solar. Es una especie no muy demandante a la hora del riego y que se adapta bien a suelos no muy abonados o de naturaleza arenosa. La chía, además, no soporta nada bien las heladas. Esta es la razón de que su cultivo suela hacerse a partir de la llegada de la primavera, cuando el riesgo de temperaturas bajo cero es prácticamente nulo.
Desde el momento de su cultivo hasta la recolección de las semillas pueden pasar un mínimo de ciento veinte días y no más de doscientos. La recogida de las semillas suele hacerse habitualmente desde las flores secas.
La chía es una planta de alta demanda que no presenta unas condiciones muy exigentes a la hora de ser cultivada. Se trata, además, de una especie considerada como súper alimento que, nunca mejor dicho, está últimamente en boca de todo el mundo.
Imagen principal de Philipp Alexander.