Como ya quedó patente en la anterior entrada de este mismo blog, la presencia de determinadas especies animales en un terreno de cultivo puede ser especialmente dañina para el mismo. Ya sean conejos, jabalíes, ratones o golondrinas, estos visitantes no suelen ser bien recibidos por aquellos agricultores que buscan mantener la integridad física de sus sembrados. Partiendo de este hecho, conocer algunas técnicas de protección de cultivos frente a la fauna debería ser una tarea de obligado cumplimiento para muchos.
Además de las tácticas orientadas a ahuyentar animales y proteger el terreno, ya mencionadas en la anterior entrada, existen otras igualmente efectivas.
Repeler a los invasores
Hoy en día existen multitud de productos inocuos que consiguen alterar el sabor de las semillas de las plantas para provocar una reacción adversa en cualquier animal que pretenda ingerirlas. De esta manera, se consigue que las plantas y las semillas de un terreno cultivado resulten poco atractivas a sus depredadores hasta el punto que estos decidan buscar un nuevo lugar donde alimentarse.
Estos repelentes pueden aplicarse sobre las semillas o directamente en la superficie de la hoja o el tronco. En el caso de ser las semillas las receptoras, el sabor alterado no afectará a la planta tras la germinación. Los productos repelentes pueden aplicarse sobre toda el cultivo o, en el caso de que este sea demasiado extenso, solamente en las áreas periféricas. Si se opta por esta segunda opción, se creará una barrera de seguridad que desalentará a los depredadores de avanzar más adentro. La eficacia de esta barrera no es absoluta, pero resulta muy práctica en grandes extensiones.
Hace unos días compartíamos con vosotros un artículo de nuestro blog sobre cómo proteger los cultivos frente a especies animales depredadoras. Hoy os traemos la segunda parte, que resulta igual de interesante o incluso más que la anterior.https://t.co/j31JdMvc91 pic.twitter.com/R8W7tOuatu
— Repuestos Fuster (@RepuestosFuster) November 15, 2018
Cambiar de cultivo
Más que una táctica, esta última opción es la respuesta drástica a una situación desesperada o que ha comenzado a irse de las manos. El cambio de cultivo debería practicarse solamente cuando los daños sobre este sean tan graves que su recuperación parezca inviable. Evidentemente, cambiar el tipo de producto cultivado es una decisión extrema que solamente deberá llevarse a cabo tras estudiar detenidamente la rentabilidad de la operación. Esta, además del riesgo implícito, es una tarea que puede implicar muchos recursos, tanto humanos como otros en forma de maquinaria o repuestos agrícolas.
Si se ha llegado a este punto sin retorno, el primer paso deberá ser identificar a las especies depredadoras. Por el contrario, siempre se correrá el riesgo de que el nuevo cultivo resulte igualmente atractivo para ellas.
La protección de cultivos, conclusión
La protección de cultivos frente a especies animales es una tarea que requiere estudiar el terreno y a sus habitantes en un sentido global. Las especies animales que puedan acceder a un sembrado no tienen por qué ser las mismas durante las diferentes épocas del año. De la misma manera, varias especies diferentes pueden llegar hasta un mismo campo sintiéndose atraídas por una única o diferentes variedades de semillas y plantas. Conocer las técnicas destinadas a prevenir la depredación es fundamental, pero saber cómo, cuándo y sobre quién aplicarlas es lo más importante de todo el proceso. En ocasiones, la solución más efectiva viene de la combinación de varias de estas técnicas. La parcelación y la rotación de cultivos también pueden contribuir a garantizar la supervivencia de los sembrados, aunque asimismo puede atraer a una mayor variedad de especies animales hasta los mismos.