La quema agrícola es una práctica muy extendida que busca eliminar los rastrojos y otros restos vegetales resultantes tras la finalización de determinadas labores agrícolas. Además, esta actividad puede contribuir a la eliminación de malas hierbas, plagas y enfermedades pero, dada su propia naturaleza, también supone un grave riesgo derivado de un posible mal control del fuego que se cree.
Las diferentes administraciones competentes suelen regular esta práctica buscando de esta manera reducir el riesgo de que un fuego mal controlado derive en un incendio forestal. Así, en numerosas regiones es necesario obtener una autorización previa que permita la quema de restos vegetales. Como es evidente, estas mismas administraciones suelen establecer restricciones en los meses de máximo calor, especialmente en aquellas zonas del país que son más susceptibles de sufrir incendios forestales en estas épocas del año.
Medidas de precaución
A fin de evitar incendios, existen una serie de medidas de precaución que todo aquel que lleva a cabo una quema agrícola debería conocer.
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Dejar siempre un perímetro de seguridad; una zona libre de vegetación alrededor de cada hoguera que se cree.
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Realizar solamente la quema si la climatología acompaña. Evitar especialmente los días de viento o máximo calor.
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Asegurarse de que el fuego está totalmente extinguido antes de abandonar la zona.
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Disponer de extintores, agua u otros medios de extinción. Tenerlos siempre a mano.
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Solicitar siempre la autorización pertinente, si esta es necesaria.
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Consultar los índices de zonas de riesgo de fuego y aumentar las precauciones en ellas.
Consecuencias de la quema agrícola
Pero la quema agrícola no solamente es una práctica rodeada de cierta polémica por el riesgo de incendios que conlleva. Existen otros factores derivados que pueden afectar al medio ambiente, a la calidad del aire, a la riqueza del suelo e incluso a nuestra salud. Está demostrado que la industria agrícola es una de las que más gases de efecto invernadero emite a nivel mundial y, en este aspecto, la quema agrícola aporta su indiscutible grano de arena. Las nubes de humo derivadas pueden resultar altamente perjudiciales debido a la cantidad de partículas, gases y hollín que llevan consigo. Pero además, si en los vegetales calcinados hay restos de plaguicidas clorados, estas nubes de humo arrastrarán consigo dioxinas que no suponen ningún beneficio para la salud humana.
Los efectos de la quema agrícola pueden ser también perjudiciales para el suelo sobre el que se realice ya que este puede erosionarse y sufrir pérdida de nutrientes y humedad, así como la desaparición de organismos beneficiosos que habiten en él.
Medidas alternativas
Esta práctica es una manera rápida, eficiente y económica de eliminar rastrojos y otros elementos residuales, pero también se trata de una técnica poco sostenible que a la larga puede acarrear consecuencias negativas. Por eso mismo, desde determinados medios se insiste en la adopción de acciones alternativas como las siguientes.
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Reincorporar los residuos a la tierra. De esta manera, además, se contribuye a alimentar el suelo.
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Eliminar los restos con maquinaria que los pueda transformar en abono o biomasa.
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Concienciar a los trabajadores del sector sobre las desventajas a largo plazo y los riesgos que conlleva esta práctica.
Tanto en tiempo como en recursos económicos, todas estas medidas son más costosas que la quema agrícola. La decisión final debe recaer en cada profesional, que es quién debe conocer el posible alcance de las acciones que lleva a cabo para determinar si seguirá realizándolas de la misma manera o debe modificar algunos aspectos de su modo de actuación.