Las vacas de la vacuna

Hoy en día la palabra vacuna está en boca de todos y, quien más quien menos, es consciente de que estas son compuestos que se inoculan con el objetivo de desarrollar inmunidad frente a determinadas enfermedades. Lo que tal vez no sepa mucha gente es de dónde vienen estos compuestos, ni por qué se les llama así: vacunas.

De vacas y viruelas

Para entender el origen de las vacunas hay que remontarse a finales del siglo XVIII, cuando la viruela era una enfermedad que podía cobrarse cerca de cuatrocientas mil vidas al año solo en Europa. Edward Jenner, un médico rural inglés, había observado que la gente que trabajaba con ganado vacuno solía ser inmune a esta enfermedad, por lo que decidió estudiar más de cerca este fenómeno. No tardó en darse cuenta de que las campesinas que ordeñaban las vacas solían presentar ampollas en sus manos, y estas ampollas eran muy parecidas a las de la viruela humana, aunque muy atenuadas. Esto llamó la atención de Jenner, que tras investigar el asunto decidió inocular viruela bovina en algunos de sus pacientes para ver si esto los hacía más resistentes a la versión humana de la enfermedad.

Corría el año 1796, y la primera persona en la que Edward Jenner probó su teoría fue James Phipps, un niño de ocho años que era hijo de su jardinero. Tras inocularle viruela bovina, el pequeño estuvo en observación durante unas semanas y no llegó a contraer la enfermedad. El experimento parecía haber sido un éxito pero, antes de cantar victoria, Jenner decidió hacer una prueba definitiva que consistió en inocular a Phipps una segunda toma con el extracto de un paciente que sí tenía viruela humana. El niño no se infecto y de esta manera, sin saberlo, Edward Jenner había inventado la vacuna.

 

vacuna

Desconfianza y generalización de la vacuna

La idea de que inocular el germen provoca una acción de defensa en el cuerpo no fue acogida con mucho entusiasmo por la comunidad científica, sin embargo, al probarse el éxito del experimento, las críticas se acallaron y la idea fue aceptada como un gran avance. En los meses siguientes a la creación de la vacuna, Edward Jenner inoculó gratis a los pobres de la localidad de Berkeley y sus alrededores. Al principio, la población fue más bien reticente, pero los ánimos del rector de la iglesia del lugar, que parecía estar harto de asistir funerales, les convencieron para aceptar el tratamiento. Uno de los principales puntos de desconfianza se basaba en una creencia popular que decía que todo aquel que fuese inoculado podría desarrollar apéndices vacunos en su cuerpo.

Pese a todo esto, la historia de la medicina dejó pasar cerca de un siglo hasta que comenzaron a desarrollarse nuevas vacunas. El problema es que Jenner había conseguido una cura para la viruela, pero no se sabía bien por qué había funcionado. Hay que tener en cuenta que a finales del siglo XVIII ni siquiera se tenía constancia de la existencia de los virus.

Dando un salto hasta finales del siglo XIX, la palabra vacuna se institucionaliza gracias a Louis Pasteur y su teoría que postulaba que toda enfermedad infecciosa tenía su origen en un germen. El famoso bacteriólogo francés quiso hacer un homenaje a los experimentos de Edward Jenner y, de esta manera, en 1881 propuso que la vacuna se llamase así, vacuna, en honor a los animales que habían inspirado su creación: las vacas, un pilar fundamental del sector agropecuario.

 

Imagen principal: American Committee for KEEP, Inc.

Rate this post

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

  Acepto la política de privacidad

Repuestos Fuster S.L. informa de que los datos de carácter personal proporcionados al rellenar este formulario serán tratados exclusivamente por el responsable de esta web. La finalidad de la recogida y tratamiento de los datos solicitados en el presente formulario es la de permitir al usuario editar comentarios en las entradas de este blog. La legitimación se realiza mediante el consentimiento expreso e inequívoco del mismo interesado. El hecho de no introducir los datos que aparecen como obligatorios podrá tener como consecuencia nuestra incapacidad para atender tu solicitud. Como usuario, tienes derecho a solicitar el acceso, rectificación, limitación u olvido de tus datos poniéndote en contacto con nosotros en fuster@repuestosfuster.com. Puedes consultar toda la información adicional y detallada en nuestra política de privacidad y en nuestro aviso legal.