Tractores con lanzallamas contra las malas hierbas

plagas y malas hierbas. Sobre estos temas se ha hablado y escrito mucho, del mismo modo que se ha propuesto multitud de métodos con diferentes grados de eficacia y aceptación. Uno de los principales debates en este sentido es si estos procesos son más o menos orgánicos, si la dependencia de sustancias químicas para las tareas de control puede afectar, y hasta qué punto, a la estructura del suelo o la calidad final del resultado de la cosecha. En medio de este discurso, hace un tiempo tomó cierta relevancia en España una técnica que lleva presente varios años en otras áreas del mundo: los tractores con lanzallamas.

¿Tractores con lanzallamas?

La idea es sencilla. En la parte trasera del tractor se acopla un depósito de combustible que alimenta a una línea de pequeños lanzallamas que, conforme el vehículo avanza sobre el terreno, aplican una llama controlada sobre las malas hierbas. Este método se presenta como una alternativa orgánica al uso de pesticidas y herbicidas y, además, como una manera eficiente de ahorrar tiempo en estas tareas, entre otras cosas.

Estos lanzallamas son alimentados por gas natural o propano líquido y desde ellos se materializan una serie de pequeñas llamas controladas que destruyen la estructura foliar de la maleza evitando así que la planta realice la fotosíntesis y pueda desarrollarse. La generalización y visualización de este método se ha visto como algo prometedor entre muchos sectores agrícolas que lo ven como una técnica sostenible que, si bien no es todavía muy habitual, sí que tiene un potencial bastante prometedor.

Por norma general, la aplicación de la llama sobre la hoja durante solo una décima de segundo es suficiente para garantizar el control de las malas hierbas. Por supuesto, este dato puede sufrir variaciones en función de aspectos como el tipo o el tamaño de la maleza. Al pasar tan rápido, la llama solamente afecta a las plántulas de las malas hierbas. Como puede resultar lógico, si se tiene en cuenta la propia naturaleza del invento, el uso de los lanzallamas debe aplicarse tras la recolección y antes de la siembra. Por razones de seguridad y eficacia, se recomienda no emplear estos elementos si las plantas están mojadas, aunque solo sea con rocío, o hay viento.

Pros y contras, defensores y detractores

Entre las ventajas de la quema de malas hierbas con lanzallamas, los defensores de este método destacan especialmente la no dependencia de pesticidas y herbicidas y la obtención de una producción libre de estos químicos. Además, se incide en que su aplicación es rápida y segura, por lo que hay que considerar un ahorro en tiempo y esfuerzo. También se ha señalado que de esta manera puede contribuirse a reducir algunos problemas derivados de la quema tradicional y que el residuo carbonizado puede servir como elemento para la fabricación de abono orgánico, aunque este punto también se puede alcanzar prácticamente con cualquier método de quemado.

En la otra cara de la moneda, los detractores de los lanzallamas alegan que estos pueden afectar tanto a la estructura del suelo como a la fauna de insectos beneficiosos que habita en ella. Otro punto comprometido en este sentido es hasta qué punto resulta ecológico quemar combustible para aplicar métodos de control de malas hierbas.

Sea como sea, el control de malas hierbas y plagas mediante tractores con lanzallamas es ya una realidad que se ha adentrado en nuestras fronteras.