Desde hace un tiempo a esta parte, el debate sobre la conveniencia y sanidad de los alimentos y cultivos transgénicos permanece activo en determinados círculos agrícolas. Sobre ellos se cuestionan muchos aspectos como lo ético de su aplicación, los intereses de mercado que puede haber tras ellos o las consecuencias sanitarias que su consumo puede acarrear.
Un alimento transgénico es aquel que proviene de un organismo modificado mediante ingeniería genética y al que se han incorporado genes de otras especies con el fin de conseguir determinadas características. La idea principal es alterar la composición genética de un alimento para alcanzar resultados que nunca sucederían de manera natural y obtener, por ejemplo, una variedad más resistente a determinadas plagas o condiciones edafológicas. Hoy en día, el cultivo de transgénicos está vetado en muchos países mientras en otros como Estados Unidos o Argentina es cada vez más habitual.
El origen de los cultivos transgénicos
La necesidad de obtener alimentos cada vez más resistentes surge de manera paralela al desarrollo de la agricultura en determinadas culturas de la Antigüedad. Durante siglos, la mejora de especies usadas como alimento fue una tónica habitual, primero entre ejemplares de la misma variedad y más tarde de manera intergenérica. Los transgénicos suponen un paso más allá en la creación de híbridos al introducir en la ecuación genes de especies que, de manera natural, nunca podrían cruzarse. Así, la diferencia fundamental es que ahora los científicos tienen la posibilidad de seleccionar los genes que necesitan para obtener determinados objetivos.
La historia real de estos OMG (Organismos Modificados Genéticamente) comienza a finales de la década de los 80 del siglo XX. Tras varias pruebas y experimentos exitosos, la empresa de biotecnología Monsanto crea la primera especie vegetal genéticamente modificada: una planta de tabaco alterada para resultar más resistente. Pocos años después, en 1994, el tomate Flavr Savr se convirtió en el primer alimento genéticamente modificado en obtener licencia para consumo humano. Desde entonces, la ingeniería genética al servicio de la agricultura ha crecido exponencialmente hasta llegar a la situación actual, en la que los cultivos transgénicos son más que habituales en determinadas zonas del planeta mientras que en otras están vetados.
Argumentos a favor
De acuerdo a los defensores de estos alimentos, el objetivo final de su desarrollo no es otro que aumentar la productividad fomentando cualidades como su resistencia a determinadas plagas o herbicidas, por ejemplo. Esto llevaría a una reducción del uso de pesticidas y otros productos químicos que, en última instancia, disminuiría los costes asociados. Otras ventajas de los alimentos transgénicos serían la obtención de frutos más resistentes y duraderos, así como un aumento del tamaño y velocidad de crecimiento de los mismos. De esta manera, estos OMG podrían desarrollarse en zonas estériles además, se produciría una mayor capacidad de abastecimiento al crecer la producción.
En contra de los transgénicos
En la otra cara de la moneda, los detractores denuncian que las patentes de las nuevas semillas modificadas están en manos de una pocas multinacionales que controlan el precio a su antojo y esto, al final, actúa en prejuicio de los pequeños y medianos agricultores. Además, se elevan las sospechas de que los alimentos transgénicos puedan alterar los ecosistemas al actuar como especies invasoras y se habla sobre la supuesta infertilidad que pueda provocar su consumo, aunque estas sospechas no han sido demostradas científicamente a día de hoy.
En torno a los alimentos transgénicos parece existir una guerra de intereses económicos que implica a múltiples agentes. Las leyes europeas obligan a evaluar todos los OMG antes de aprobar su consumo humano, pero estos no tienen por qué incluir un distintivo que los identifique como tal. En algunos países como Estados Unidos la reacción ha sido la contraria y el sello Non-GMO (No-OMG) ha pasado a ser todo un símbolo de resistencia contra los transgénicos.
Este debate no parece estar cerca de terminar mientras haya en juego intereses económicos. Muchos opinan así y defienden que todo se reduce a una guerra entre grandes productores de alimentos transgénicos y fabricantes de productos químicos, que manipular a la opinión pública a su antojo tratando de imponer un punto de vista crítico con el contrario.
Imagen principal de Carol Von Canon.
Imagen central de Manuel M. V.
No cabe duda que lo natural siempre será mejor para el hombre por que así fue diseñado. Pero ahora se ha descubierto que los alimentos trans están haciendo mucho daño a las personas y no es casualidad que desde el momento que se crearon estos alimentos trans, aumentaron considerablemente los casos de Cáncer en el mundo, Casualidad?, no lo creo!!!.
Buen articulo para estimular el debate. Muy bueno, me ha gustado.
Muchas gracias por tus comentarios, Marisol.
Modificaron el ADN de los virus y resulto una pandemia, también lo hacen con los productos hortícolas sin conocer cuál será el resultado futuro, no conviene jugar con la naturaleza puesto que formamos parte de ella y los errores los pagamos ahora y luego nuestros descendientes. Digamos no a la manipulación de los productos naturales.