Massey Ferguson es una de las marcas más prestigiosas del mercado. Sin embargo, numerosas personas implicadas en los negocios agrícolas desconocen cuáles han sido las bases en las que se ha cimentado la calidad de sus productos. Vale la pena, por lo tanto, conocer su historia. A continuación, la repasamos.
Los inicios de Massey Ferguson
El camino hacia el éxito en el mundo empresarial no es sencillo y el de Massey Ferguson constituye un ejemplo de las dificultades que se pueden plantear durante su recorrido y de la manera de hacerlas frente con tino.
La historia de Massey Ferguson como fabricante de equipamientos agrícolas es la de un nombre compuesto. Una denominación compuesta de diferentes aportaciones que se han ido sumando a lo largo del tiempo y han contribuido a crear una firma potente y valorada por su público potencial.
En primer lugar, hemos de reseñar que se trata de la historia de unos pioneros, puesto que la firma, nacida como Newcastle Foundry and Machine Manufactory (por su lugar de origen, en Ontario) en 1847, fue una de las primeras del planeta en la fabricación de cosechadoras mecánicas. Las manufacturaron gracias tanto al ensamblaje de piezas procedentes de Estados Unidos como al diseño y fabricación de equipamientos propios.
Hart Almerrin Massey fue el responsable de su expansión y la empresa pasó a denominarse Massey Manufacturing Co. En 1879 se trasladó a Toronto, donde destacó por ser el proyecto con más empleados de la urbe. Se inician los procesos de venta internacionales y la marca aprovecha los incentivos canadienses en su competencia frente al producto estadounidense.
Una trayectoria repleta de fusiones
En 1891 se produce la fusión con la empresa británica A. Harris, Son & Co. Ltd. (la firma del sector más importante del por entonces aún existente Imperio Británico), lo que da lugar a una nueva denominación: Massey-Harris Co. En 1927 se lleva a cabo la compra de la estadounidense Wallis, que implica la venta de tractores bajo esa marca. En la siguiente década se da un nuevo hito: la primera cosechadora autopropulsada. Algunos de los primeros tractores de tracción integral también llevarán este sello.
En 1953 llegará otra fusión. En esta ocasión con Ferguson Company. Nace entonces Massey-Harris-Ferguson, aunque en 1958 la firma ya toma el nombre por el que la conocemos ahora. Son los tiempos en los que las finanzas de la organización tienen que hacer frente al descenso generalizado en todo el mundo de los negocios relativos al sector agrícola.
De todas maneras, la empresa ha sabido sobreponerse a estos problemas mediante esas fusiones que siempre le proporcionaron crecimiento y diversificación. Por ejemplo, mediante la adquisición de la italiana Landini en 1959 (aportó los modelos viñateros y crawlers) o el 32 % de Ebro, un referente en nuestro país. 1969 fue el año en el que empezaron a producirse los móviles para la nieve.
La compra en 1971 de las operaciones internacionales de la empresa germana Rheinstahl Hanomag permitió abrir nuevos y vastos mercados para aliviar las crisis del sector. Entre ellos, el argentino. Frente a las contracciones de los negocios agrícolas, Massey Ferguson ha apostado fuerte por crear sinergias con otras firmas y seguir expandiéndose.
Sin ir más lejos, a finales del siglo XX se consideraba que Massey Ferguson vendía un 25 % más de tractores que su competencia directa. Hoy en día sigue vendiendo más que el resto de marcas juntas.
En definitiva, Massey Ferguson es un sello de calidad que sobrevive a los contextos más complejos mediante una inteligente política de atracción de recursos.