A día de hoy, resulta más que evidente que la agricultura amateur ha conquistado numerosos rincones de las ciudades hasta el punto de que a pocos les extrañará toparse con pequeñas plantaciones, privadas o vecinales, ubicadas en diferentes espacios urbanos. Ahora bien, las propias características del suelo urbano hacen que la voluntad de práctica agrícola sobre el cemento, en balcones, plazas o solares, requiera poner a trabajar la imaginación. Así, poco a poco han surgido numerosos espacios de cultivo que se adecuan a la naturaleza de la ciudad y que adoptan diferentes técnicas como la organoponía, sin lugar a dudas, una de las más interesantes.
¿En qué consiste la organoponía?
La organoponía es un método de cultivo urbano que surge al parecer en Cuba, tras el colapso de la Unión Soviética y como respuesta popular a la falta de suministro de alimento en las ciudades. La necesidad de obtener comida y la escasez de recursos fueron clave para que la población comenzase a utilizar toda clase de elementos urbanos como contenedores de nutrientes donde cultivar distintas especies vegetales. Surge de esta manera una técnica que tiene como base el aprovechamiento de residuos sólidos como neumáticos, tubos, latas o bloques de hormigón huecos.
Según parece, la organoponía también podría derivar de la hidroponía, especialmente por la ausencia del elemento suelo en ambos métodos de cultivo.
Cómo realizar un cultivo organopónico
El primer paso para llevar a cabo un cultivo de este tipo es la elección del recipiente. En este punto, se recomienda tener en cuenta el tamaño de la planta al final de su ciclo. Una vez seleccionado el contenedor (ya sea una lata, un tubo de plástico, un neumático o un baúl, por mencionar algunos ejemplos) este puede llenarse con materia orgánica seca en una proporción de entre el 70 % y el 85 %. A continuación se añade tierra y compost para favorecer la alimentación de las especies que se vayan a cultivar.
Debido a la falta de suelo real, es recomendable trabajar con planteros antes que con semillas. De esta manera, además, se puede acelerar el proceso de crecimiento, que mediante la organoponía resulta más lento que con otros métodos. El compostaje utilizado puede ser de diferentes tipos. Al ser este un método de cultivo urbano, muchos usuarios aprovechan los residuos orgánicos caseros para fabricar su propio material. En otros casos se utiliza tierra, hojarasca o restos de jardinería e incluso FLO, un fertilizante elaborado a partir de orina fermentada en tierra y diluida en agua.
La ubicación de los contenedores es también fundamental y, aunque pueda parecer obvio, se recomienda posicionarlos en lugares resguardados del viento, expuestos al sol y protegidos lo máximo posible de la contaminación propia de algunas áreas urbanas.
Este método permite optimizar el espacio para convertir pequeños rincones de la casa o de la comunidad en espacios de cultivo. No obstante, muchos balcones ya incluyen amplias jardineras de obra que, en el fondo, no son otra cosa que contenedores donde poder realizar cultivos organopónicos.
Imagen central: Susan Bollinger.