El pistacho entró discretamente en España a finales de la década de los 70 del pasado siglo XX. Poco a poco, fue ganando en popularidad y varias zonas del país comenzaron a adaptar sus terrenos para acoger a un creciente número de estos árboles. Las condiciones climáticas favorables de la península, unidas a la rentabilidad y la creciente demanda de pistachos, han sido las principales razones del boom que, desde hace unos años, experimenta su cultivo.
Una planta de secano
Por lo general, el pistacho se adapta bien a climas marcados por inviernos relativamente fríos, con un bajo grado de humedad ambiental, y veranos largos y calurosos. Esto lo hace compatible con suelos donde se alojan plantas como el olivo, el almendro o la vid. Se trata de una especie que florece entre abril y junio según la zona, por lo que también hay que tener en cuenta la necesidad de evitar heladas tardías. En este punto, la orientación sur se antoja como la mejor elección para el desarrollo de una plantación de pistacho.
En la actualidad, Castilla-La Mancha es la principal zona de producción en España, seguida por otras comunidades como Andalucía, Extremadura y Castilla y León. Esto se debe a la propia naturaleza del pistacho, una planta de origen desértico que se adapta muy bien a climas semiáridos y suelos arenosos o francoarenosos. No obstante, las modernas técnicas de riego han contribuido en la extensión del área potencial de cultivo y hoy en día es posible distinguir entre plantaciones en seco o con regadío.
De la totalidad de países de la Unión Europea, España es uno de los que cuentan con unas condiciones más favorables para el cultivo del pistacho, tanto por su extensión, como por su clima y la variedad de terrenos disponibles. Por detrás de ella, otros como Italia o Grecia se posicionan como dignos competidores.
El pistacho: plantación y floración
El árbol del pistacho se siente más cómodo en terrenos amplios y llanos que permitan mantener un marco de plantación en torno a los seis o siete metros. Al tratarse de una planta anemófila, con polinización aérea, conviene alternar especímenes machos y hembras en una proporción similar a dos o tres hembras por cada macho. Estos últimos no generan frutos, solamente polen, por lo que hay que tener en cuenta que, llegado el tiempo de la recolección, solamente las hembras darán resultados.
A la hora de comenzar a plantar el pistacho, la recomendación general dicta contar con árboles que hayan pasado sus primeros dos años de vida en invernadero, pues los primeros frutos tardan en asomar en torno a dos o tres años. A partir de este momento, los pistacheros florecerán de manera progresiva temporada tras temporada hasta alcanzar su estado de madurez en torno a los diez años de vida, momento en el que se considera que un solo árbol resulta plenamente rentable.
Como ya se ha comentado, la extensión del pistacho en España es una realidad favorecida por múltiples factores como su alta rentabilidad o la creciente demanda de este fruto. A esto se suma la labor promocional de diferentes empresas, productoras de frutos secos, por ejemplo, que ven la posibilidad de que, en pocos años, España deje de ser un país importador de este producto.
Imagen principal: The Crazzolara.
Imagen central: Christos Loufopoulos.