Que los alimentos pueden clasificarse en gamas es algo relativamente desconocido para el público general. Sin embargo, los consumidores demandan y consumen cada vez en mayor medida una de ellas. Se trata de la cuarta gama, compuesta por frutas y verduras listas para el consumo tras un proceso de limpieza, troceado y envasado que asegura el mantenimiento de sus propiedades y la máxima frescura posible. Su mayor embajadora es con toda probabilidad la ensalada de bolsa, pero a ella también pertenecen un buen número de productos hortofrutícolas.
Aparición y extensión de la cuarta gama
La cuarta gama comenzó a extenderse por algunos países como Francia, Alemania y Estados Unidos durante la segunda mitad de la década de los setenta. España tuvo que esperar varios años, hasta finales de los años ochenta, a que el grupo navarro Vega Mayor la introdujese en el país. Con el paso del tiempo, estos productos han ido ganando en importancia hasta convertirse en un imprescindible en el consumo diario de millones de familias. Las razones pueden ser variadas, pero entre ellas tiene mucho peso la búsqueda de una mayor comodidad y rapidez en la cocina. En este marco, la cuarta gama aparece también como una alternativa saludable a la comida rápida.
De la recolección a la venta
El primer paso para dar forma a esta cuarta gama es la recolección del producto, que debe hacerse en un estado óptimo de madurez que garantice su frescura para, posteriormente, ser sometido a un proceso de pre enfriamiento que contribuya a evitar el deterioro de su calidad. Tras la cosecha, los alimentos son seleccionados y limpiados de acuerdo a estrictos controles de manipulación y saneamiento. Una vez concluido este paso se procede a su procesamiento, que puede consistir en el cortado del producto en dados, tiras o rodajas; aunque también es muy común que este se presente sin cortar, especialmente en el caso de las frutas y determinadas hortalizas.
El envasado es uno de los momentos más delicados en la configuración de la cuarta gama. Por norma general, los productos suelen ir presentados en bolsas o bandejas especiales sometidas a un proceso de atmósfera modificada que busca una menor concentración de oxígeno en el aire. De esta manera, las frutas y verduras envasadas se mantienen frescas el mayor tiempo posible sin alterar sus propiedades naturales. El envasado, además, evita el contacto con agentes contaminantes exteriores. Una vez que el producto se encuentre en su bandeja o bolsa se procede al etiquetado, que mostrará la procedencia y características básicas de los alimentos, así como su fecha de caducidad. En cuanto a su conservación, los productos de cuarta gama destacan por mantenerse frescos, por lo que su tiempo de vida es relativamente corto. Los últimos pasos del proceso son el almacenamiento a baja temperatura y la distribución y venta del producto final.
Ventajas de la cuarta gama
Los defensores de la cuarta gama hablan de una serie de ventajas entre las que destacan la calidad del producto, su frescura, la seguridad y sanidad en su procesamiento y la rapidez y facilidad de su consumo. Por supuesto, existen voces críticas que abogan por un comercio directo, de proximidad, en el que no intervengan métodos de procesamiento por inocuos que sean y que favorezca a los pequeños y medianos empresarios frente a las grandes cadenas y grupos alimentarios. Sobre la calidad de estos productos también se ha hablado mucho, pero en última instancia este aspecto concierne enteramente al productor y a los mínimos de producción que esté dispuesto a asumir.
Sea como sea, la realidad es que la cuarta gama garantiza el consumo de productos frescos a gran parte de una sociedad que demanda alternativas saludables en un contexto de consumo cada vez más inmediato y rápido.
Imagen principal: Toyohara.
Imagen central: mmatins.