Desde hace un tiempo, el concepto agricultura circular se ha hecho cada vez más patente dentro del marco del desarrollo sostenible y de las nuevas prácticas agrícolas. En esencia, se trata de un paradigma que busca cerrar el ciclo de vida de los productos, del agua, de los residuos y de la energía para el romper con los modelos establecidos de la economía lineal. Pero para comprender completamente este modelo es necesario aclarar primero otras cuestiones.
La agricultura circular deriva directamente de la llamada economía circular. Esta corriente de pensamiento y trabajo se ha establecido poco a poco en todos los sectores productivos. Su modelo se basa en acciones orientadas a aumentar el rendimiento económico mediante un mejor aprovechamiento de los recursos. En palabras de la Fundación Economía Sostenible, es un “concepto económico que se incluye en el marco del desarrollo sostenible y cuyo objetivo es la producción de bienes y servicios al tiempo que reduce el consumo y el desperdicio de materias primas, agua y fuentes de energía”.
Las claves de la agricultura circular
Ya sea por razones ecológicas, económicas o prácticas (en ocasiones las explotaciones se encuentran aisladas o experimentan dificultades para conectarse a la red eléctrica), lo cierto es que la agricultura es uno de los sectores donde mejor han encajado los preceptos de la economía circular. Es bien sabido que cada vez existe una mayor demanda de alimentos y una menor disponibilidad de recursos naturales. La asunción de este nuevo enfoque sostenible busca una maximización de la vida de los recursos para que, de esta manera, permanezcan el máximo tiempo posible integrados en el ciclo productivo. Así, las granjas y plantaciones pueden generar su propia energía y crear un entorno circular gracias al cual esta se consuma dentro de la misma explotación.
Algunas de las medidas más comunes que pueden llevarse a cabo mediante la agricultura ecológica son:
- Generar energía con paneles solares para poder aprovecharla en la alimentación de bombas extractoras u otros elementos similares que puedan necesitarla para su funcionamiento.
- Reutilizar el agua para maximizar el riego de la explotación. Esto puede resultar muy útil en épocas de sequía o de restricción.
- Reciclar residuos vegetales para la elaboración de piensos.
- Elaborar fertilizantes mediante deyecciones animales.
De esta manera, es posible obtener energía de una forma rápida y económica a la vez que algunos residuos se convierten en recursos. El máximo aprovechamiento del producto resulta clave para el desarrollo de la agricultura circular. La finalidad última de este modelo productivo es la de lograr explotaciones que sean lo más autosuficientes posible desvinculando el crecimiento económico del consumo irresponsable y excesivo de recursos.
Un objetivo europeo
Este tipo de prácticas han sido constantemente respaldadas por la Unión Europea. Ya a finales de 2015, se aprobó un paquete de medidas relacionadas con la economía circular que incluían varias disposiciones dirigidas al sector agrícola. Entre ellas, se contemplaban nuevos reglamentos relativos al uso y producción de fertilizantes y de residuos, así como a la reutilización de recursos como el agua. Los objetivos derivados de aplicar estas medidas se incluyen dentro de algunos planes de crecimiento sostenible como la Estrategia Europa 2020.
Junto a otras prácticas similares, la agricultura circular puede representar un importante ahorro de trabajo y dinero que ayude a maximizar el rendimiento de cualquier explotación. Alargar la vida de la maquinaria con repuestos agrícolas de calidad y adoptar medidas de trabajo sostenibles son algunas de las claves para conseguirlo.