La presencia de insectos no beneficiosos supone uno de los mayores quebraderos de cabeza para todo agricultor que pretenda salvaguardar la integridad de su cosecha. Un número elevado de ejemplares de determinada especie puede ser garantía de que una incipiente plaga pretende convertir la explotación en su bufé libre particular y, ante esta perspectiva, frenar su expansión se convierte en una prioridad. Llegados a este punto, las trampas para insectos aparecen como una opción que cada vez es adoptada por un mayor número de agricultores.
¿En qué consisten las trampas para insectos?
Estos mecanismos son una alternativa a los insecticidas tradicionales que permiten un ahorro significativo en agua y fitosanitarios al mismo tiempo que reducen el número de frutos afectados durante el proceso de control de plagas. Su funcionamiento es sencillo y, por lo general, se basa en la aplicación de un reclamo que atrae a los individuos de una especie concreta hasta un receptáculo donde se aplica una solución venenosa o alguna sustancia adherente.
Estas trampas para insectos suelen colgarse o apoyarse en los árboles y las plantas, a una altura y ubicación suficiente para impedir que su contenido dañe a otras especies animales o deje residuos sobre los alimentos. El número de trampas empleadas vendrá determinado por diferentes factores como la densidad del cultivo o el hecho de si este está rodeado o no por otras plantaciones. Otro factor determinante será el objetivo final que se busque, ya que estas trampas para insectos pueden emplearse tanto para detección y seguimiento de plagas como para captura y control de las mismas. El seguimiento de las capturas, además, puede ser una herramienta muy útil a la hora de analizar el desarrollo de determinadas poblaciones de insectos en un terreno.
De cebos e insectos
El cebo empleado para atraer a los insectos hasta las trampas será diferente en función de la especie sobre la que se quiera actuar. Por lo general, los atrayentes pueden dividirse entre sustancias nutritivas, estímulos visuales o químicos y feromonas. Esta diversidad se debe a que existen muchas clases de insectos y no todos son sensibles a los mismos estímulos. Las avispas y las moscas, por ejemplo, responden afectivamente a las proteínas mientras que otros animales como los mosquitos son más sensibles a los colores, las fragancias, la humedad o las feromonas.
Principales tipos de trampas para insectos
Hoy en día es posible encontrar una gran variedad de mecanismos de captura de insectos. En primer lugar están las trampas lumínicas, que utilizan diferentes tipos de luces para atraer insectos hasta ellas. Dentro de esta primera categoría pueden encontrarse trampas que utilicen emisiones lumínicas de onda corta o larga. Un segundo tipo de trampas para insectos son las cromotrópicas, que se valen del color como reclamo. Algunos de los colores más apetitosos para determinadas especies de insectos son el verde, el blanco o el amarillo. Otra opción bastante popular son las trampas adhesivas, que emplean sustancias pegajosas para atrapar a los insectos en su superficie. También existen trampas para insectos acuáticos e incluso para insectos voladores. Estas últimas pueden tener forma de red y un mayor o menos grado de transparencia.
Por norma general, las trampas para insectos suponen una alternativa ecológica, eficiente y cada vez más popular para llevar a cabo el control y detección de plagas entomológicas.
Imagen principal: Archivos de Planeta Agronómico.
Es muy importante lo que uds describen y promueven.}saludos