¿Y si las cerdas se van de camping?

Imaginemos que estamos dando un paseo por la dehesa extremeña, por citar un sitio. De repente nos topamos con algo similar a un camping; no hay caravanas ni bungalós, tiene tiendas de campaña, aunque no son de tela. Tampoco tiene restaurante, ni duchas, ni zona de aparcamiento, pero sí que hay grandes extensiones de hierba, tierra y barro. Sin embargo, lo más llamativo son los huéspedes que, en lugar de seres humanos, son cerdos. O más bien cerdas con sus lechones, para ser más concretos. A simple vista podría extrañarnos, pero lo más probable es que se trate de un espacio dedicado a la cría y que se conoce popularmente como campings para cerdas.

Este tipo de complejos son cada vez más habituales y podrían encuadrarse fácilmente dentro del marco de las nuevas políticas para el bienestar animal. Se tratan, en esencia, de una especie de hospitales de maternidad para cerdas que buscan que estas den a luz y críen a sus lechones en entornos extensivos y cómodos. El objetivo es abordar nuevos modelos de cría que mejoren las condiciones de estos animales en un entorno natural adaptado.

¿En qué consiste un camping para cerdas?

Los campings para cerdas están compuestos por una serie de cabañas preparadas para que los animales puedan parir y sacar adelante sus camadas. Estas cabañas se fabrican de diferentes materiales y modelos; así, pueden tener forma de túnel o de dos aguas y, además, estar hechas de chapa o de madera, por mencionar algunos materiales. Por norma general, se busca que estos compartimentos sean lo más confortables posible y, así, es habitual que cuenten con aislamiento o con la entrada orientada hacia donde no pegue el viento o no incidan directamente las inclemencias del clima.

Otro factor importante es el tamaño, pues, además de la comodidad, se busca que las cerdas tengan el espacio suficiente para no aplastar a sus crías. En este sentido, el volumen interior suele contar con espacio suficiente para todos los ocupantes o, incluso, delimitadores físicos que impiden que el animal ocupe determinados espacios.



La cría de lechones en estos campings para cerdas no responde a unas normas estrictas, pero sí que se pueden pautar unas fechas aproximadas para el correcto desarrollo de los animales recién nacidos. Por norma general, las crías permanecen unos quince días en la caseta, sin pisar el exterior. Para lograr esto, pueden colocarse en las puertas barras con el tamaño suficiente para permitir pasar por encima a la madre, pero no a los lechones. Sobre el día veinticinco ya puede empezar a suministrarse pequeñas dosis de pienso que se compaginarán con la lactancia, periodo que por lo general se prolongará durante unos cuarenta días.

Ventajas y desventajas

Por supuesto, los campings para cerdas tienen detractores y seguidores. Entre las ventajas que se suelen señalar destaca el hecho de que permiten una buena adaptación al medio y reduce el riesgo de enfermedades en los animales al estar estos al aire libre. Estos espacios también permiten un mayor margen de movimiento, hecho que habla a favor de una buena salud y una mayor capacidad de exploración y curiosidad en las crías.

En cuanto a los puntos en contra, hay quien afirma que mediante estos sistemas las épocas de parto quedan fuertemente condicionadas a las estaciones y así se obtiene una menor relación de lechones por cerda al año. La mayor capacidad de movimiento también hace que los animales gasten más energía y, en consecuencia, el ganadero tenga que invertir más dinero en alimento. Además, al permanecer al aire libre, los cerdos quedan más expuestos a depredadores o especies vegetales venenosas. Para algunos, otra desventaja viene de la mano de la menor capacidad de monitorización de estos espacios.

Sea como sea, este modelo comienza a estar muy extendido en algunos países como Gran Bretaña y España, donde es más habitual entre determinadas especies como el cerdo ibérico.


Imagen principal de Ana Rey.

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