Las zanjas de infiltración son estructuras excavadas en terrenos con el fin de capturar y retener el agua de lluvia y facilitar de esta manera su infiltración en el suelo. Estas zanjas se construyen de forma estratégica en terrenos inclinados para detener el flujo del agua superficial y, a la vez, permitir que esta se infiltre lentamente en el suelo, en lugar de perderse por escorrentía. A diferencia de los canales de drenaje, que suelen llevar el agua fuera del terreno, las zanjas de infiltración tienen como objetivo conservar el recurso hídrico en el mismo lugar donde cae la lluvia.
Estas zanjas pueden ser estrechas o anchas dependiendo del volumen de agua que se pretende retener y de la pendiente del terreno. Su forma suele ser curva para seguir las líneas de contorno del paisaje y permitir que el agua se distribuya de manera uniforme.
Las zanjas de infiltración tienen un papel fundamental en el campo, especialmente en áreas donde el acceso al agua es limitado o las precipitaciones son irregulares. En estos casos se convierte en una estrategia eficiente para almacenar el agua de lluvia en el suelo de cara a tener una mayor disponibilidad de la misma. Al retener el agua en el terreno, también se reduce la erosión del suelo, protegiendo así la estructura y fertilidad de la tierra.
Estas zanjas también contribuyen a la recarga de los acuíferos subterráneos, fuente vital de agua en regiones áridas y semiáridas. Esto no solo beneficia la producción agrícola, sino también a la sostenibilidad del medio ambiente.
¿Dónde se aplican estas zanjas?
Estas estructuras son especialmente útiles en terrenos con pendientes pronunciadas, donde el riesgo de escorrentía y erosión es mayor. Ahí, el agua de lluvia no se infiltra de manera natural en el suelo, lo que hace necesaria una intervención artificial para frenar su curso y permitir la absorción.
También son muy comunes en áreas agrícolas con suelos de textura ligera o media, donde la infiltración del agua es más rápida. Sin embargo, las zanjas de infiltración pueden ser una solución efectiva en cualquier tipo de terreno si se implementan con el conocimiento adecuado.
Ventajas de las zanjas de infiltración
La aplicación de zanjas de infiltración en la agricultura presenta múltiples ventajas. En primer lugar, al capturar y retener el agua de lluvia, se contribuye a conservar este recurso evitando que se pierda por escorrentía. Esto resulta crucial en áreas con poco acceso al líquido elemento. Además, al mantenerse el agua en el suelo durante más tiempo, las zanjas de infiltración favorecen el crecimiento de las plantas a las que suministra agua de manera más constante.
Por otro lado, la reducción del flujo de agua superficial disminuye significativamente la erosión del suelo, un problema bastante común en terrenos inclinados. Esto protege la capa fértil del suelo y evita la pérdida de nutrientes esenciales para los cultivos.
Pero además de todo esto, las zanjas de infiltración permiten que el agua se filtre hasta los acuíferos subterráneos contribuyendo de esta manera a mantener los niveles de agua en estas reservas naturales. Esta ventaja resulta esencial en zonas donde el agua subterránea es la principal fuente de riego.
Las zanjas de infiltración son una herramienta eficaz y sostenible para la gestión del agua en la agricultura. Su capacidad para retener el agua de lluvia, mejorar la fertilidad del suelo, prevenir la erosión y contribuir a la recarga de acuíferos las convierte en una técnica ideal para regiones con problemas de escasez de agua o suelos frágiles. La implementación de estas estructuras, especialmente en terrenos inclinados, puede marcar una gran diferencia en la productividad y sostenibilidad de las explotaciones agrícolas.
Imagen principal de Maren Barbee.
Imagen central de Bri Weldon.